Tironi: “Boric tiene que abrirse a otros mundos fundamentales para el éxito de un gobierno, como inversionistas y empresarios”

Alex von Baer

Para Eugenio Tironi, Gabriel Boric debe, como favorito en las encuestas, empezar a proyectar un eventual gobierno si quiere lograr implementar sus “cambios bastante sustantivos”. “Ha bajado mi resistencia a votar por Boric”, afirma aunque señala que no tiene definido su voto todavía, “Boric conoce la experiencia de Allende y los límites que tiene intentar cambios radicales sin una mayoría. Eso lleva al colapso”.

—Tras el debate en TV, Boric se mantuvo como favorito, a partir de comprometer transformaciones radicales pero prometiendo con gobernabilidad. ¿La ciudadanía percibe eso o es aún una duda instalada por su corta experiencia?
—Es una duda que sigue, siempre va a estar instalada con una nueva generación con una nueva actitud de cómo pretende ejercer el poder, que además hace una propuesta de cambio bastante sustantiva. Pero Boric lo ha sorteado bien: se le ve gradualista, no tiene una obsesión respecto de los medios para cumplir sus fines, con los que sí aparece muy comprometido. También le ha ayudado que las otras alternativas no parecen ofrecer una garantía mayor de gobernabilidad, pero está abierto. Hemos visto la volatilidad del electorado, la importancia de la atmósfera: la crisis migrante puede tener impacto o la inflación. Pero si las cosas se mantienen como ahora, Boric tiene una altísima probabilidad.

—¿Cuánto le afecta su alianza con el PC en relación a la gobernabilidad que pueda brindar, a raíz de la fractura entre constituyentes del FA y el PC?
—Ese debate lo ha sorteado bien. La amenaza comunista se ha venido desinflando. El hecho de que el FA tenga discrepancias con el PC en la Convención, más que perjudicar, ha contribuido a la campaña de Boric, a darle credibilidad, porque era un problema delicado. En un eventual triunfo de Boric gobernarán juntos, pero como lo hizo el PC con Bachelet: sometidos a un régimen en el cual no son mayoría.

—Usted decía que el es gradualista y que no tiene obsesión por los medios, ¿cree que eso redundará en que él se mueva a una agenda factible de cumplir o que no genere menos incertidumbre si es Presidente? ¿O se mantendrá en una línea de cambios radicales?
—Boric conoce bien la historia de la izquierda chilena y por tanto conoce bien la experiencia de Allende. Él conoce los límites que tiene intentar una agenda de cambios radicales sin una mayoría social y política, y que eso lleva al colapso. Controlar un movimiento intelectual, social, cultural, que logre hacer que sus intereses se vuelvan universales requiere gradualidad, concesiones, acuerdos, y Boric no se están enfrentando a la centroizquierda tradicional por el afán de ganar 1 o 2 votos, porque sabe que la va a requerir para dar gobernabilidad.

—¿Y en qué aspectos lo nota? Si uno mira su programa, su agenda es de transformaciones profundas (fin a las AFP, fuerte reforma tributaria y modelo de desarrollo con más rol del Estado) y no varía mucho en relación al polo de izquierda FA-PC.
—No, no varía. Se nota en cuando dice “me equivoqué y aprendí de ese error” cuando se le critican conductas: es una manera de ejercer el poder que no está dominada por el ego.

—Analistas estiman que, dada su ventaja, está más bien dejando que pasen los errores de sus rivales, sin entrar en controversias, como Frei 1993, o Bachelet 2013. ¿Lo ve así?
—Yo creo que sí, es lo que tendría que hacer. Incluso no sería raro que trate de mostrar un cierto grado de postura de hombre de Estado. Él tiene que abrirse a otros mundos que son fundamentales para el éxito de un eventual gobierno, como los inversionistas o los empresarios, sobretodo en un mundo tan inestable, con amenazas como la inflación y el dólar, o el tema de la inmigración, que pueden dar vuelta el partido en cualquier minuto; no en lo electoral, sino en la opinión pública, porque con una opinión pública en contra, ya lo sabemos, no se puede gobernar.

—¿Debiera dar señales a ese mundo económico?
—Completamente. Aylwin, en su campaña de 1989, tenía 2 destacamentos: uno destinado a ganar la elección, y otro a preparar el gobierno, porque Aylwin tenía el mismo problema de Boric: que se suponía era una amenaza para la inversión, que era una coalición muy heterogénea que no aseguraba gobernabilidad. Boeninger no fue a ninguna concentración, se dedicó a preparar el Gobierno. Boric debería dar esas señales.

—Sebastián Sichel, por el contrario, se ha visto enredado a raíz de la controversia por haber evitado responder por 3 días si había hecho retiros del 10%. ¿Cuánto le afecta eso? 
—Todo puede pasar. Pero de que fue grave, fue grave. Él hizo del rechazo al retiro una bandera, un “parte aguas”. Y el que él hubiese hecho un retiro para mejorar su propia pensión a costa de la salud del sistema y un impacto negativo en los que no sacaron, como que revela una manera de encarar la cuestión pública que es complicada. Y el no haberlo admitido de inmediato, cuando había crucificado a sus partidarios que estaban a favor del retiro, tocó un fibra débil, de hasta qué punto es creíble. Él construyó una figura en base a su biografía más que a sus ideas, lo que es siempre delicado, porque cuando de pronto alguna de las piezas no encaja, el riesgo es que la figura se desplome. Distinto a Boric y Kast, que descansan en un conjunto de ideas que tiene gente detrás de ellos.

—¿No le permitía esa misma biografía ir a un nicho hacia el centro, más allá de la derecha?
—Insisto: él descansa solo en su biografía, y eso es un punto débil. Él ya venía enfrentando este agotamiento. Cuando era enfrentado a exponer ideas, en lo que terminaba era repitiendo cosas cercanas a las que dice Piñera. Le convenía recurrir a su biografía, pero es un arma de doble filo.

—En el caso de Yasna Provoste, ¿por qué cree que no despega su candidatura?
—Es un problema de timming, el prolongar demasiado su irrupción como candidata la presentó como una persona calculadora, un poco maquiavélica, el prototipo de la política tradicional. También le afecta que no está muy claro cuáles son los grandes fines que persigue; lo que le pasa un poco a Sichel.

—El alza de J.A. Kast en sondeos, ¿podría dejar a Sichel fuera de segunda vuelta?
—No estimo que sea imposible, como tampoco estimo imposible que Provoste desplace a Sichel. Ahí podría ser que ella gane, pero veo más probable que pase Kast que Provoste.

—¿Usted tiene definido su voto?
—No todavía. Soy parte de la vasta masa de chilenos que dejará irse convenciendo de acuerdo a las circunstancias.

—De su análisis, se deduce que podría votar por Boric…
—Yo vengo de la otra tradición, de centroizquierda. Pero admito que en la medida que pasa el tiempo, se me rebaja la resistencia a votar por Boric.

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