-¿Cuál es su principal desafío como nuevo presidente de la Cámara?
-Tenemos que tender a generar una relación entre las distintas bancadas, entre los distintos conglomerados y cada uno de los parlamentarios que ojalá vuelva a poner el respeto como una cuestión fundamental en todo el funcionamiento de la Cámara. Esta Cámara trabaja mucho, hay una cantidad enorme de proyectos, pero desgraciadamente a veces el público o la prensa se quedan sólo con las imágenes de las faltas de respeto, a veces muy groseras. Eso no puede ser entre personas adultas que además debiesen dar el ejemplo y creo yo que ahí tenemos que hacer un esfuerzo muy grande en los próximos meses.
-¿Cómo se termina con esas faltas de respeto y con las polémicas que han protagonizado diputados?
-Bueno, hay un nuevo reglamento que se aprobó y que espero que eso contribuya también a hacer recapacitar a algunos parlamentarios respecto de cuáles son las formas en las que uno debe conducirse en el trabajo parlamentario. Ese reglamento entra en vigencia el primero de agosto y vamos a ser lo más claros y nítidos posible en su aplicación.
-¿Cuál es su opinión del actual periodo legislativo? Considerando que la modificación al reglamento se hace para que haya un cambio en los parlamentarios, pero de manera punitiva.
-Es lamentable. Yo quisiera que no hubiésemos llegado a este nivel y que lo hubiésemos podido resolver de otra manera, más civilizada, más madura, pero cuando eso no ocurre hay que tomar medidas. Vamos a ver si esto nos da y si no vamos a tener que seguir pensando en sanciones para resolver este problema.
-La oposición le criticó la gestión de la mesa directiva anterior que eran un buzón del Ejecutivo. ¿Cómo va a evitar que esas críticas se repitan con usted?
-Tengo muy claro que esta es una mesa que representa un poder del Estado que es distinto del Ejecutivo. Y usted también tiene que tener claridad respecto de que yo, como presidente de la Cámara, no formo parte del Ejecutivo. Por lo tanto, yo no estoy obligado por ninguna circunstancia a tener que asumir todo lo que el Ejecutivo quiera “imponer”. Por eso es que hoy en la mañana tuvimos un primer diálogo muy rico con el ministro Segpres (Álvaro Elizalde) y la subsecretaria (Macarena Lobos), en donde estamos generando los mecanismos de conversación que nos permita ir estudiando la agenda, escuchando al Ejecutivo respecto de sus prioridades, pero también que el Ejecutivo escuche las prioridades que tienen muchos parlamentarios.
-Uno de los puntos que se impulsó durante este año fue el fast track de seguridad. ¿Qué va a hacer usted para que se aceleren esas tramitaciones que ahora están un poco estancadas?
-Me acaba de llegar un informe respecto del estado de cada una de las 31 medidas que se acordaron. Hay unas que están avanzadas y otras que están un poco retrasadas. De hecho, parte de lo que acordamos con el ministro Elizalde es conversar eso y volver a actualizarlo de tal manera de poner las prioridades donde correspondan. Mañana tenemos una reunión con el Presidente Gabriel Boric para ver lo que está construyendo el Ejecutivo como propuesta de ley antiterrorista y eso es un avance.
-¿Cree que al Ejecutivo le ha faltado diálogo para tramitar proyectos de ley?
-Yo siento que a veces la Cámara de Diputados ha sido una caja legislativa que se la usa con las urgencias que el Ejecutivo estima. Y desde ese punto de vista siempre hemos reclamado que necesitamos un poco más de tiempo para estudiar bien los proyectos de ley. Siempre los proyectos se han enriquecido después del debate legislativa.
-Usted va a ser presidente de la corporación cuando se conmemoren los 50 años del Golpe de Estado. ¿Cuál va a ser su rol? ¿Tiene pensado algo?
-Estamos empezando a conversar. Yo creo que hay que distinguir. El Golpe de Estado tiene dos elementos muy importantes: Primero, el conjunto de principios que tienen que ver con rechazar de manera lo más tajante posible la utilización de un instrumento como un Golpe de Estado para resolver los problemas de la democracia. Y en segundo lugar, las violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
El Golpe de Estado es también un hito y un fenómeno histórico y desde ese punto de vista, tiene siempre interpretaciones variadas. ¿Cuáles fueron los antecedentes? ¿Por qué se desencadena? ¿Cómo actuaron las distintas fuerzas? Son interpretaciones históricas que son necesarias que sean evaluadas por expertos, historiadores, sociólogos, politólogos y la propia ciudadanía. Sobre eso puede haber muchas interpretaciones, pero no sobre la violación de los derechos humanos o sobre el instrumento del Golpe contra la democracia.
Entonces hay que ver y evaluar muy bien lo que vamos a hacer y lo que no vamos a hacer para el 11 de septiembre, porque hasta hoy día yo creo que, desgraciadamente, sigue siendo un hito histórico que nos divide y nos separa. Y desde ese punto de vista, el hacer cualquier actividad puede terminar generando más daño que un aporte. En la medida en que nosotros evaluamos que eso es así, vamos a tratar de llegar a un acuerdo lo más respetuoso posible de todas las interpretaciones que en ese caso puedan darse.
-¿Con quién espera llegar a ese acuerdo?
-Con todas las bancadas que estén disponibles a conversar.
-¿Cuál es para usted el ideal de conmemoración de los 50 años del golpe?
-Recuerde que el 11 de septiembre del 73 también se clausuró el Congreso y hay ahí una relación directa. Ahora, ¿estamos en condiciones, por ejemplo, de realizar un acto cívico, ecuménico, en honor a las víctimas, etcétera, y a una interpretación relativamente consensuada del hecho histórico? Yo creo que no. Entonces, tenemos que ser muy cuidadosos porque podemos contribuir a azuzar más las diferencias que a irlas mejorando.
-¿Van a elaborar alguna propuesta como mesa directiva?
-Espero este fin de semana ya empezar a conversar con la mesa y durante la próxima semana una conversación con las bancadas para ver qué es lo que vamos a hacer definitivamente.
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