-¿Qué piensas sobre la salida de Patricio Fernández? ¿Fue un triunfo del Partido Comunista y los sectores más radicales de izquierda?
-Es bien lamentable que el tema de la conmemoración de los 50 años termine en este conflicto. No hay en las declaraciones de Patricio Fernández ninguna cosa que pudiera escandalizar a la gente del PC. Entiendo que ellos nunca compartieron el relato que Fernández propuso respecto de los 50 años. Y que el presidente Boric asumió.
Siempre pensé, y lo conversé alguna vez con Patricio Fernández, que el relato que él había propuesto no se hacía cargo del todo de la generación que había sufrido el golpe de Estado y las consecuencias de la dictadura.
-¿Debería haber buscado otro foco?
-No. Era un enfoque bien intencionado, cargado hacia el futuro, hacia las nuevas generaciones. Pero tú no puedes conmemorar este aniversario sin tener muy presente la memoria dolorosa de las víctimas y de las organizaciones que más sufrieron y que todavía siguen sufriendo. Porque sigue pendiente el tema de los desaparecidos, que es una herida que no cicatriza y que no se puede cerrar.
-En en ese sentido, ¿Fernández no era el mejor nombre para ese cargo, como han sostenido algunos analistas?
-No me meto en el asunto personal. Pero había un tema de enfoque y siempre le dije que era muy difícil que el Partido Comunista aceptara este tipo de relatos para los 50 años. Siempre dudé que eso fuera posible.
-¿Hubo rigidez del Partido Comunista en imponer su lectura y no aceptar matices?
-El Partido Comunista siempre ha tenido una lectura muy poco compleja sobre el análisis de lo que fue ese momento histórico.
-¿Por qué poco compleja?
-En el sentido de que plantea una historia de buenos y malos, de blanco y negro. Una historia sin matices. No se hacen cargo, por ejemplo, de las divisiones que había en el seno de la Unidad Popular. Divisiones que no eran baladí: eran divisiones estratégicas. Mientras unos querían hacer una revolución, otros querían hacer una reforma democrática. Son cuestiones muy de fondo.
El relato de Fernández no tiene nada que ver con justificar el golpe de Estado, ni mucho menos la violación a los derechos humanos. Pero ellos no quieren hacerse cargo de ese debate sobre la UP y la violencia. Me cuesta entenderlo porque el propio Partido Comunista, en un momento dado antes de la detención de la primera directiva clandestina, de Fernando Ortiz, tenían una reflexión, unos documentos bien importantes y bastante críticos respecto del proceso, especialmente del rol de la ultraizquierda.
-¿Cuál documento?
-Hay un documento muy importante, que se llama “La ultra izquierda, caballo de Troya del imperialismo”. Ahí hacen un análisis de la evolución de la Unidad Popular, y del papel de la ultra izquierda. Y pareciera que la actual directiva ignora completamente esa reflexión de los 70.
-¿Este ha sido un mal día para la libertad de expresión en Chile?
-Es una pésima idea cancelar a las personas. Se ha vuelto una práctica cada día más común y y nefasta. El PC hizo una movilización masiva para ejecutar en la plaza pública a una persona. Que además no lo merece. Es muy malo para el gobierno, muy malo para el país, muy malo para la izquierda en general, lo que ha pasado.
-¿Crees que Fernández pudo haber sido más claro, como han criticado algunos?
-Yo creo que él nunca justificó ni hizo un empate sobre la valoración del golpe de Estado. Él ha condenado la dictadura toda la vida. En sus palabras no hay ambigüedad al respecto.
-¿Cómo queda en pie la conmemoración de los 50 años? ¿Puede que agarre más fuerza la visión del PC y de los familiares de detenidos desaparecidos?
-El relato del gobierno ya no tiene piso. Lo que va a pasar es que va a dominar el relato en blanco y negro, de víctimas y victimarios, de héroes y demonios, de buenos y malos. Eso es lo que va a dominar en las fuerzas políticas que están en el gobierno, desgraciadamente, porque el esfuerzo que se estaba haciendo apuntaba a algo más comprensivo.
-¿Piensas que esta efeméride va a terminar dividiendo más que uniendo al país?
-La salida de Fernández y toda las críticas feroces que recibió le dan la razón a la gente que pensaba que esta conmemoración de los 50 años iba a ser como un retroceso en el punto de vista de la convivencia, de la superación de los odios del pasado. Lamentablemente sigue siendo una fecha que va a marcar más la división entre los chilenos.
-¿Cómo evalúas lo que hizo el presidente Boric? ¿Debió haber aguantado la presión o ya era insostenible la situación de Patricio Fernández?
-Desde el punto de vista político era bastante insostenible, porque el Partido Comunista es el principal partido del Gobierno. Es muy difícil ir en contra del PC un tema tan sensible.
-Aparte del Partido Comunista hubo, supuestamente, 162 colectivos que pidieron la renuncia del Fernández. ¿Fue una acción avasalladora?
-En el PC y los grupos que sacaron a Patricio Fernández hay un tipo de mentalidad muy de creerse poseedores de la verdad. Y no aceptar verdades que vengan de otros lados. Pienso que eso es lo que vivimos en los años 70, cuando todos los grupos se sentían poseedores de la verdad absoluta, incompatibles entre sí. Y te lleva a una deshumanización del otro. A no entregarle ningún crédito: una situación en que finalmente lo que prevalece es la fuerza y no la razón.
-Ese dogmatismo del que hablas, ¿estaba en la derecha y la izquierda?
-Lo tenía la izquierda, lo tenía la dictadura. Y sigue vigente de alguna manera.
– Fernández planteó comprender, pero no avalar el golpe. ¿Tú crees que es válido que haya gente que justifique el golpe desde otras miradas?
-El golpe fue evitable. Hubo muchas oportunidades para que la historia fuera distinta; para crear, por ejemplo, una fuerte alianza entre la Unidad Popular y la Democracia Cristiana. Hubo oportunidades para llegar a acuerdos respecto de los temas de las áreas de propiedad social. Hubo también una oportunidad para salvar la democracia a través de un plebiscito como el que pensaba convocar Allende.
O sea, oportunidades para salidas institucionales, democráticas, hubo. Por lo tanto, también hubo una decisión política de un sector de las Fuerzas Armadas de hacer el golpe y que terminó arrastrando al conjunto. También hay que decir que el golpe se da en el contexto de una suerte de insurrección civil. No hay que olvidarse que había un paro nacional desde el mes de agosto. Es decir, había un empeño claro por una salida militar de parte de la oposición. Incluso el presidente del Senado de la época termina justificando el golpe. Un sector del país buscaba arrastrar a las Fuerzas Armadas a la intervención y lo logró con éxito.
-¿Dirías que el golpe tuvo apoyo de la población?
-Yo pienso que la Unidad Popular era minoría. No sé si la mayoría quería un golpe. Después de 17 años de dictadura, con todas las atrocidades, Pinochet obtuvo 44% de los votos. Algo nos dice eso. Es importante subrayar que ni el golpe ni las violaciones de los derechos humanos son cuestiones que después de 50 años, y a 30 años de haber recuperado la democracia, son justificables. La conciencia democrática de los chilenos tiene que ser capaz de mirar esta historia, con menos pasión, pero con un claro rechazo a la violencia política y del Estado.
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