En 1995, para ser exactos, se estrenaba la primera película hecha enteramente de manera digital. Hasta ese entonces, si bien se usaba el CGI (Imágenes generadas por computadoras), los filmes seguían haciéndose en celuloide. (Y hay cineastas que cuando pueden, utilizan los 35 mm o incluso 70 mm).
Toy Story, de los estudios Pixar, fue esa película. Fue tal su éxito que se hicieron tres secuelas y varios cortos.
Este 2022, cuando ya Pixar es parte de la inmensa empresa que es Disney, llega un spin-off: Lightyear
¡Al infinito y más allá!
Digámoslo todo: ya no había más historias que crear en torno a Andy y sus juguetes. O más bien sobre los juguetes de Andy.
La mejor idea era nuevamente voltear la cámara —como se hizo en 1995— y relatar desde otro lado; esta vez, desde los ojos de Andy.
En las cuatro Toy Story, de los juguetes de Andy, Woody, el vaquero, era el protagonista, secundado por Buzz Lightyear, un astronauta “seteado” para héroe, sin la menor conciencia de que… era un juguete.
Lightyear es aquella película que el pequeño Andy vio en 1995. Del merchandising del filme, él recibió de regalo un Buzz Lightyear de juguete. De manera que esta es la película sobre este arrojado piloto de pruebas (como Maverick Top Gun, pero del futuro y en versión animada): el Capitán Lightyear.
La gran nave que transporta a la tripulación queda varada en un planeta lleno de trampas, a millones de años luz de la Tierra. Mientras se organizan rápidamente construyendo una colonia, Lightyear insiste una y otra vez en probar la manera de regresar.
¡Porque esa es su misión!
El asunto en que tanto ir y venir —4 minutos y algo de vuelo— medido en años luz trae como consecuencia un desfase etario y vital entre el piloto y sus compañeros más cercanos.
Todo esto queda planteado en esa gran y vibrante secuencia de introducción.
Lo que viene es una sucesión de aventuras que ya casi por la mitad del filme toma rumbo cuando se conforma la pandilla definitiva. Un grupete casi tan diverso e inverosímil como el de Guardianes de la Galaxia: si antes estuvo Alisha Hawthorne, la comandante de Buzz, ahora es la Patrulla Zap Junior la que lo acompaña a lidiar contra el poderoso enemigo que amenaza con acabar con lo que queda. Izzy (nieta de Alisha); “Mo” y Darby. Pero su principal compañero es Sox, el gato robot que Lightyear recibe como mascota, pero que es muchísimo más que un lindo gatito.
La película es básicamente eso: 1 hora 40 de trepidantes secuencias de aventuras y suspenso que transcurren entre el infinito y más allá y las chatarras de los extramuros de la colonia, donde están las impolutas y minimalistas habitaciones y oficinas.
Siempre habrá una sorpresa tras otra pero los puntos de giro están básicamente en manos (o patas) de Sox, Y en descubrir qué hay tras los robots gigantes: la amenaza final.
Dos datos:
1. La película ha generado alguna polémica por haber sido prohibida en países islámicos debido a que hay una pareja LGTBI (concretamente, dos mujeres) que tienen un hijo y luego una nieta (Izzy).
2. Está pensada para cualquiera que haya amado los Toy Story, sobre todo aquellos que las vieron de niños y ahora están fascinados con llevar a sus hijos a compartir su pasión.
Lightyear
En cada una hay humor, emoción, suspenso, acción, ritmo y personajes ricos en complejidades. Son muy logradas comedias de aventuras.
Como ocurre con las sagas, cada quien tiene su favorita, aunque todas resultan, cual más cual menos, entrañables. Mi favorita es la primera: por su sorpresa, su originalidad, su espléndido ritmo de comedia de acción y ciertas escenas inolvidables (“¡la garrrrra!”).
Para quienes literalmente crecieron mientras se iban estrenando las películas, su favorita suele ser la 3: Andy es un adolescente y debe dejar sus amados juguetes… algo similar al momento vital de ese espectador.
Pixar llegó en 1995 a decirnos “¿y si los juguetes tuvieran vida y sentimientos?”. Así, la cámara se gira para capturar las aventuras y desventuras de estas figuras que automáticamente se desactivan ante la presencia humana.
Andy es el niño, que vive con su madre y su hermana (como en E.T., hay un padre ausente). Su juguete favorito es Woody, un vaquero que hace las veces de líder del variado lote que “vive” en la habitación del chico. Hasta que un día Andy recibe un regalo sorpresa: Buzz Lightyear.
La rivalidad es instantánea, aunque Woody es un líder positivo y un súper adaptado, y Buzz, un ingenuo de marca mayor.
A las aventuras y los sobresaltos habituales —la entrada y salida de la habitación de cualquier humano— se suma algo complejo e inesperado: el cambio de casa de la familia.
Andy se va al campamento de verano y los juguetes quedan solos en casa. Las complicaciones surgen cuando un coleccionista de juguetes se lleva a Woody. Ahora es Buzz Lightyear quien asume el liderazgo del grupo para salvar a su amigo de ser vendido como una pieza de museo.
Andy está por dejar la casa para irse a la universidad y todos sus juguetes irán a la bodega: excepto Woody, que él decide llevarse. Pero su madre, sin querer, los bota a la basura. Los juguetes escapan pero terminan en una caja que ella tiene destinada a un jardín infantil. En ese lugar son bien recibidos por otros juguetes. Todos están felices pero Woody decide regresar a casa de Andy.
Su plan no tiene buen resultado. Mientras, sus compañeros pronto se encuentran con que el encantador jardín infantil tiene su lado B: precisamente los adorables pequeñitos que no tienen la menor delicadeza para tratarlos (o maltratarlos).
Los juguetes también pueden crecer. Y tener cada cual una muy humana evolución. A los elementos de comedia de aventura de las anteriores, esta versión suma gotas de thriller sicológico.
La película retoma en aquel momento en que Andy regala sus juguetes. La preocupación del muy responsable y sobreadaptado Woody es Bonnie, una pequeñita que tiene temor de ir a su primer día de kínder. Del colegio Bonnie regresa con Forky, uno de los divertidos nuevos “personajes” de la saga.
Esta es una historia en la que se deslizan inquietudes como la soledad, el lugar de cada quien en su entorno, cómo los demás pueden definir nuestra importancia en este mundo, las sorpresas que nos depara la vida y que a veces pueden ser dolorosas, pero que otras tanta nos conduce a mejores situaciones. Para eso, hay decisiones que saber tomar.
A todo ello se enfrenta este equipo de juguetes en su infartante travesía por la carretera, el parque de entretenciones y aquella tiendita de objetos vintage.
Una gran reflexión sobre la vida en comunidad.
Advertencia: corren el riesgo de pasarse horas y horas frente al televisor.
Hay escapatoria: pueden empezar por la más reciente, la de 2022, que es una sola temporada, Bosch, El Legado.
Tres importantes virtudes tiene esta saga: un potente e interesante protagonista, una rica galería de complejos personajes secundarios y un guion que sabe entretejer elementos muy variados.
Los Angeles, esa ciudad inmensa y de tanto contraste, es el escenario donde transcurre esta adictiva serie con muchos elementos de cine noir.
Su protagonista: el detective Hieronymus Harry Bosch, un hombre de dolorosa infancia, que vive en una casa vidriada que parece volar en la cumbre de una de las colinas de LA. Allí mantiene una exquisita colección de vinilos: es un devoto del jazz.
Bosch es miembro del Departamento de Policía de Los Angeles y sus poco ortodoxas maneras de resolver los casos lo lleva más de una vez al banquillo de los acusados y a los titulares de prensa. Pero él es un tipo astuto, desconfiado y duro.
De las 7 temporadas hay algunas —la mayoría— que simplemente no se pueden abandonar.
El lujo de algunas mansiones se alternan con homeless y modestos departamentos en esa ciudad donde pululan “negros, blancos y morenos”, como dice un personaje.
La temible mafia rusa (“los llamamos super virus: nunca mueren, solo cambian”), redes de tratas de blancas, ex estrellas pornos, un asesino serial, una iglesia armenia, abogados, fiscales, candidatos a alcaldes, se cruzan en una coreografía en que se alternan historias sórdidas, extraordinarias escenas de acción y misterios por resolver. La política y ciertas corruptelas son también un elemento recurrente.
Basada en la saga de novelas del escritor estadounidense Michael Connelly, quien es uno de los productores de la serie.
Bosch
En las anteriores temporadas conocimos a tres personajes relevantes: Eleanor, la ex mujer de Harry, quien, tras dejar el FBI se trasladó a Las Vegas como jugadora de póker para clientes top de un gran Casino; la hija de ambos, Maddie; y la abogada Honey “Money” Chandler (Mimi Rogers).
Esta temporada 2022 nos encontramos con Harry como investigador privado: ha abandonado, no de muy buenas formas, el Departamento de Policía.
Su hija Maddie, en cambio, ha decidido seguir los pasos de su padre y viste uniforme.
“Money” Chandler, que en las primeras temporadas fuese su enemiga declarada, tras los sucesos acaecidos hacia al final, terminan trabajando juntos.
Una completa y muy precisa síntesis de lo más relevante de los hechos previos antecede al primer episodio, de manera que puede verse independiente de las antiguas temporadas. A su vez, son tantos y tan diferentes los hechos que se suceden, que luego pueden incursionar en los capítulos más antiguos y seguir atrapados en el vicio.
¡Muy buena!
Bosch: Legacy
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