-En general, qué le ha parecido esta gira, que ahora se ha visto empañada con la polémica por Garzón, que apoyó la demanda marítima boliviana y también la causa mapuche.
-Hay que distinguir dos cosas. La visita de Boric está resultando extremadamente importante para él y para su gobierno, pero también para la situación general chilena. Porque se ve un país que está tranquilo, que está recuperándose de todos estos fenómenos que todo el mundo conoce, que es la pandemia, el estallido social. Me llamó la atención que tuviera tantos pedidos de reunión con los primeros ministros y jefes de Estado, 16 o 17.
-¿Cuáles?
Entre otros, Irlanda, Estonia, Letonia. Lituania. Ahora Francia. Tuvo una muy buena pasada por España. Tan buena que algunos españoles la han calificado de intervencionismo a favor de Pedro Sánchez, del presidente de Chile.
Pero refleja que hay una imagen. Ahora me informan que en la Cumbre Latinoamericana, que por ahora no hay información oficial y no están terminadas las reuniones, el papel chileno ha estado hasta el momento en las conversaciones bilaterales y todo esto ha sido considerado extremadamente positivo.
-¿Por qué?
-Este reconocimiento que hizo el presidente Boric de los progresos en los 30 años nos sitúa muy fuertemente en lo que ha sido nuestra política de Estado en materia de relaciones internacionales, porque eso lo acerca a lo que hemos hecho con la Comunidad Europea. Por supuesto tenemos ahora el tratado reformado para aprobación del Consejo Europeo que parece que será esta otra semana y para que pase a la ratificación después de los parlamentos. Ha sido muy importante porque España está presidiendo la Unión Europea. El presidente chileno ha sido el interlocutor. Hace ocho años que no había reuniones entre América Latina y Europa.
-En temas de derechos humanos, democracia, ¿será complejo llegar a una declaración común?
-Yo creo que sí. Es un tema complicado porque tenemos en América Latina, en el Caribe, países que seguramente no van a estar muy contentos de hacer declaraciones sobre el tema de los derechos humanos por los problemas que tienen principalmente en Nicaragua, Venezuela y Cuba.
-¿Este tema de Garzón homenajeado por el presidente le parece adecuado?
-Son cuestiones que están, en mi opinión, superadas. A mí me tocó cuando Garzón intentó conseguir la prisión de Pinochet, nosotros respondimos sin ninguna defensa para Pinochet, sino que respondimos como Estado de derecho, diciendo que los crímenes cometidos en Chile se procesan en Chile. Y que no aceptamos que se salgan a arrendar o a ofrecer como voluntarios jueces internacionales para resolver los problemas nuestros.
En esa materia fuimos claros. No compartí ni comparto esa doctrina de Garzón. Había gente de distintos colores en los partidos políticos, en el gobierno, y no tuvimos ni un matiz. Y lo hicimos claro y fuerte. El defecto que tuvo la demanda de Garzón es nuestro Poder Judicial. El Poder Judicial se había mostrado inmune a todas las reclamaciones que había sobre derechos humanos.
-¿Qué impacto tuvo Garzón?
-El desafío que les hizo Garzón a los jueces los obligó a ir cambiando. Entonces eso es muy negativo para el Poder Judicial chileno, que haya tenido que venir un juez de afuera a enseñarle cómo se procesa un crimen. Hay mucha gente, por una cuestión ideológica, que está cerca de Garzón. Y el presidente le hizo un homenaje, no lo condecoró como Estado chileno, sino que le hizo un reconocimiento. No es ni la orden al mérito ni la orden Bernardo O’Higgins.
-Y bueno, a él también lo acusaron de actos de corrupción y estuvo 11 años inhabilitado.
-Por prevaricación. Además apoya el mar para Bolivia. Pero después tuvo que rechazarse como abogado de Bolivia. Porque tenía un contrato con la OEA. En la época en que José Miguel Insulza era el secretario general. También apoyó mucho la causa mapuche. Toda esa parte a mí no me extraña, porque cada uno tiene derecho a opinar en causas que tienen que ver con los derechos humanos.
-¿Pero no es un factor divisor?
-Hay gente que le debe molestar mucho. Mientras tengamos mil desaparecidos que no hay manera de saber qué pasó con ellos, realmente nos vamos a encontrar en cada esquina del mundo con gente que le reconozca méritos a Garzón o a otros. Por las denuncias que se han hecho sobre la violación de los derechos humanos en Chile. Como tema de derecho, no estoy de acuerdo en el sentido de que los crímenes se procesan en Chile y por lo tanto estuvimos porque Pinochet fuera procesado en Chile.
Pero políticamente hablando esto que está pendiente es muy grave, hemos procesado las cosas y aquí ha faltado una mínima colaboración de gente que sabe qué se hizo con esto, con los chilenos, que seguramente fueron asesinados o torturados y hecho desaparecer. Eso nos va a tener siempre con gente internacional que va a estar opinando y también con gente en Chile. No nos podemos quejar, porque es un hecho.
-Y también el presidente destacó los 30 años de Chile como exitosos, dando un giro de lo que hizo hace un año el embajador en España, que dijo que los 30 años habían profundizado la desigualdad.
-Yo me imagino que el embajador en España va a renunciar (se ríe).
Es una muy buena noticia por lo que señalaba hace un momento y él ha asumido que están gobernando un estado que tiene una envergadura que mucha gente cuando está en la oposición no solamente no se lo imagina, sino que la desprecia. Y esto no solamente vale para la gente que está en el Frente Amplio o en el Partido Comunista. Esto vale también para los partidos en la derecha y en la derecha extrema.
Haber asumido los avances de Chile después de la dictadura lo coloca en una situación de buscar una ruta que le devuelva a Chile el camino de progreso que tuvo en los 30 años. El sentido de importancia del crecimiento económico, que tiene que ser compartido con todos. Sin olvidarse, como dijo el presidente Aylwin, pero que es una ley para el Gobierno, que gobernar es siempre en la medida de lo posible.
-Boric ha hablado en Europa de los 50 años del golpe y dijo que esperaba firmar un documento que fuera aprobado por todos. Algunos dicen que eso es una verdad oficial, que es peligroso intentar imponer una visión. ¿Cuál es su postura?
-Yo tengo una opinión: deberíamos pensar que el 11 de septiembre es un día de luto nacional. No estoy hablando de feriado. Un luto nacional de recogimiento. Por la situación que todavía tenemos pendiente, porque el 11 de septiembre murió el jefe del Estado, ardió el Palacio Presidencial, se empezó una cadena de torturas, crímenes y desapariciones de 17 años. Conmemoración siempre termina teniendo un tono grandioso. Es un día en que Chile tiene que ensimismarse. Hay un proverbio latino que dice: cuando hay acuerdo en la casa, hay paz con el exterior.
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