Un informe de mayo de BlackRock planteaba una nueva perspectiva sobre dónde acentuar el horizonte en la lucha contra el cambio climático. Axel Christensen aterriza ese impacto, mientras Héctor Lehuedé (Razor Consulting) diferencia entre emisores e inversionistas.
Qué observar. Existe una tendencia global entre los principales fondos de inversión por priorizar el financiamiento a empresas y proyectos que tengan un propósito alineado con materias sobre estándares medioambientales, sociales y de gobernanza. A ese triple criterio se le denomina ESG, por sus siglas en inglés.
- Entre los elementos más comunes de las ESG están, por ejemplo, mejorar los criterios de paridad en la composición de directorios y puestos ejecutivos, la inclusión de minorías (sexuales, étnicas, sociales) en sus decisiones corporativas y la aplicación de mayores exigencias sobre cuidado ecológico.
Los cambios. En un ampliamente difundido informe de mayo, BlackRock -el mayor administrador de fondos del mundo- desplegó un mensaje que se puede resumir en dos ideas: primero, seguirá respaldando las estrategias sustentables pero sin necesariamente apoyar a representantes interesados en “microgestionar” actuaciones de las empresas; y segundo, pondrá especial atención a las entidades financieras y grupos energéticos que giren sus estrategias únicamente a un horizonte que combata el cambio climático.
- Detrás de todo existe un equilibrio en que se buscan balancear los propósitos “verdes” con los resultados financieros que desde ya están teniendo las firmas productoras de combustibles fósiles.
Las diferencias. “Hay que distinguir entre emisores e inversionistas (o representantes de los inversionistas, asset managers). La respuesta no es la misma para los dos”, comenta Héctor Lehuedé, socio de Razor Consulting.
- “Para los emisores, el cuidado del medioambiente y las preocupaciones de cambio climático se hacen cada vez más presentes en las leyes, regulaciones y los requisitos de muchos mercados donde quieren hacer negocios. Esa es la parte del garrote. La de la zanahoria es que si requieren financiamiento del mercado, probablemente con la banca o a través de un bono, mientras más alineado con los criterios ESG sea su organización, mejores opciones tienen de conseguir los recursos y de conseguirlos con mejores condiciones”, opina Lehuedé.
- “Para los inversionistas y sus representantes, el apetito por inversiones verdes sigue subiendo, especialmente a medida que los millennials empiezan a tomar decisiones de ahorro e inversión, ya que para ellos este es un asunto prioritario, a veces incluso por sobre la rentabilidad de la inversión”, agrega.
Proyecciones. En su informe de Perspectivas Globales 2S de 2022, BlackRock ilustró la trayectoria y el horizonte de inversiones “verdes” en contraposición a la “café”. Todo ello en un contexto de economías y mercados más volátiles.
- “En el gráfico se comparan los sectores que obtienen el mayor puntaje, tanto verde (en este caso, el sector de tecnología) y el sector de mayor puntaje café (empresas del sector público (utilities), que incluyen generación eléctrica). Las barras para 2016-2019 y el 2020 registran los retornos efectivos para los sectores antes mencionados, y los esperados acumulados para el periodo 2021-2025 en base a retornos esperados”, comenta Axel Christensen, director de Estrategia de Inversiones de BlackRock para América Latina.
- Algunos de los datos que nutrieron ese análisis están en otro informe de BlackRock: “Launching climate-aware return assumptions“.
- Lo relevante al mirar las tendencias, dice Christensen a Ex-Ante, es que ya se observan diferencias de rentabilidades desde la perspectiva de transición climática. Se nota “tanto en los flujos de caja de las empresas en cada sector, como en la tasa de descuento aplicada a esos flujos, y sobre los cuales se derivan estimaciones de precio de mercado”. Ese mejor desempeño se mantendrá, agrega.
El análisis de BlackRock. Un asunto distinto se refiere a aquello planteado por BackRock en mayo, en relación con la “microgestión” de los accionistas o el monitoreo a determinadas industrias.
- “Seguimos teniendo una significativa convicción respecto a la importancia de incorporar este tipo de elementos en nuestras decisiones de inversión, tanto para el adecuado gestión de riesgos (en nuestra visión el riesgo climático es un riesgo financiero) así como en la identificación de oportunidades (como tecnologías que permiten acelerar la transición a emisiones netas cero en las próximas décadas)”, dice Axel Christensen.
- En explicaron por qué hubo un giro de votaciones de BlackRock hacia un respaldo proporcionalmente menor a accionistas minoritarios en materias del cambio climático, cuando se les compara con ejercicios previos. Hay tres motivos que están detrás de esa nueva mirada, describe Christensen:
- “En EE. UU., cambios recientes puestos en marcha por el regulador (SEC) ampliaron el ámbito de propuestas permisibles a ser presentadas en juntas de accionistas, ampliando considerablemente su número observándose ello particularmente en solicitudes mucho más restrictivas y/o prescriptivas que las presentadas en el pasado. Lo anterior llevaba a afectar materialmente la situación financiera de las empresas en cuestión, afectando el deber fiduciario que tiene BlackRock de velar por la sustentabilidad financiera de las inversiones que realice a nombre de sus clientes”.
- “En la medida que las directivas de las empresas han ido acogiendo las propuestas realizadas por BlackRock y otros inversionistas que participan de juntas de accionistas en los últimos años, las propuestas de las administraciones (a las cuales las propuestas presentadas por minoritarios típicamente se oponen) han ido acercándose a los cursos de acción que pensamos que se deben de adoptar. Luego, la necesidad de seguir votando en contra de ellos va disminuyendo”.
- “Por último, y particularmente en Europa, los recientes eventos geopolíticos como la guerra en Ucrania han forzado a revisitar los caminos anteriormente trazados en cuanto a transición de reducción de emisiones. La restricción en el acceso de combustibles provenientes de Rusia ha forzado a empresas a dilatar (o incluso retroceder) en sus planes de reducir su uso de fuentes de energía (como carbón o nuclear) ante la necesidad de asegurar la continuidad de operación -y adecuada salud financiera– al menos en el corto plazo. Luego, propuestas que se presentaban sin tomar lo anterior en cuenta, también se vieron sin el apoyo de BlackRock en sus votaciones”.