Toda campaña política interpreta, exagera, distorsiona y manipula. Eso es inevitable. Pero hay límites que si no se respetan deslegitiman todo el proceso. No puede haber chipe libre para mentir descaradamente. Sobre todo en la franja electoral que es un espacio público, gratuito, financiado por todos los chilenos, cuyo propósito es informar a los ciudadanos sobre las opciones en juego; y no para difundir desinformación y fake news.
Un debate degradado. El debate constitucional esta totalmente degradado. Del texto propuesto por el consejo poco se habla y el objetivo parece ser persuadir al votante a como dé lugar, apelando a la desinformación si es necesario. Prevalece el desinterés y la indiferencia en la población que siente que no hay nada trascendente en juego, que da un poco lo mismo entre una constitución y otra. En esta percepción influye bastante el que haya un sector de lideres derechistas que están votando en contra.
- La campaña se transformó en una lucha sin cuartel por el poder, con la mirada puesta en las próximas elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales. La hipótesis de trabajo es que quien resulte “vencedor” recibirá una inyección de esteroides que les permitirá recuperar o mantener el gobierno. Algo así como una primaria entre las alianzas políticas.
- La principal víctima de este estado de cosas es la verdad, el debate serio y honesto sobre las virtudes y defectos del texto para que los chilenos voten informados. La franja electoral debería ser la oportunidad para que las distintas opciones presenten sus puntos de vista, pero está ocurriendo todo lo contrario.
- Para el oficialismo es la gran oportunidad de debilitar a su archi enemigo José Antonio Kast y está dispuesta a todo. Borrar con el codo lo que escribieron con la mano hace solo unos cuantos meses. La constitución de Pinochet que había que cambiar a cómo diera lugar sufrió una muerte súbita y ahora es la de Lagos, perfectamente democrática y legítima.
Chipe libre para mentir. La izquierda, que venía luchando desde 2015 por cambiar la constitución y recurrió incluso a la violencia extrema para lograrlo y promovió dos procesos constituyentes consecutivos, ahora se declara cansada, agotada, exhausta. No más asambleas constitucionales dicen en su franja. Hay que dar vuelta la página lo que solo sería posible con el rechazo. Es paradójico que una de las disputas centrales de la propaganda sea cual de las dos alternativas le pone la lápida al proceso constituyente.
- Pero todos sabemos que eso no es verdad. El rechazo significa que el proceso queda inconcluso, abierto, un conflicto sin resolver, que es justamente la opción estratégica que ha tomado la izquierda. A contrario sensu, la aprobación de un texto vendría a llenar ese vacío y cierra el capítulo; sin perjuicio de los cambios que se puedan hacer en el congreso, pero ahora con quorum más altos. No digo que esa opción sea ilegítima ni siquiera equivocada. El problema es que no se dice, no se explicita, se miente y engaña a la ciudadanía.
- La franja electoral, que nació para defender la verdad -y permitir un intercambio libre en un contexto de dictadura- se ha convertido en un festival de mentiras pedestres y desinformación que infantiliza a la ciudadanía. Como por ejemplo, que el proyecto de constitución causará que las comunas estén mas sucias y tengan más basura y menos luminarias, que avala la violencia contra las mujeres, que niega el cambio climático, que roba los ahorros previsionales, que excluye el derecho a la salud, que le da chipe libre a los narcos, que no combate a la delincuencia ,permite el ingreso de inmigrantes ilegales, quita derechos como el de huelga.
- Incluso están evaluando incorporar el “factor Hermosilla” a la franja, señalando que la nueva constitución favorece a aquellos que cometen actos de corrupción: “Este texto dificulta detener los hechos de corrupción como el caso audios”, según revela un medio escrito. Incluiría un pez vestido con traje negro y una humita.
- Toda campaña política interpreta, exagera, distorsiona y manipula. Eso es inevitable. Pero hay límites que si no se respetan deslegitiman todo el proceso. No puede haber chipe libre para mentir descaradamente. Sobre todo en la franja electoral que es un espacio público, gratuito, financiado por todos los chilenos, cuyo propósito es informar a los ciudadanos sobre las opciones en juego; y no para difundir desinformación y fake news.
Fenómeno mundial. La Ley señala que se entenderá por propaganda electoral la dirigida a inducir a los electores a emitir su voto apoyando alguna de las opciones sometidas a plebiscito. Pero no todo vale. La propaganda debe ser una forma legítima de persuasión que busca influir en la opinión pública, pero de manera ética y transparente, proporcionando información sobre las propuestas.
- Hay un deber implícito de honestidad intelectual que implica la responsabilidad de no difundir información deliberadamente falsa o engañosa con la intención de manipular a la opinión pública. En el caso del plebiscito es el deber de no mentir ni distorsionar el texto para garantizar un proceso democrático y justo y que los ciudadanos tomen decisiones informadas. De eso depende la integridad del proceso democrático.
- Hay que reconocer que este fenómeno no es nuevo y también estuvo presente en el texto emanado de la convención. Todos los sectores políticos recurren a la desinformación y las “fake news” cuando les conviene, lo que no significa que la práctica sea aceptable.
- Hay buenas razones para votar en contra y no es necesario mentir. Sin embargo, las fuerzas oficialistas han tomado deliberadamente la decisión de utilizar todos los medios a su alcance para ganar sin ninguna limitación ética ni consideración por la verdad.
- Las fuerzas del “a favor” deben asumir que este ya no es solo un plebiscito sobre el texto constitucional sino una medición entre el gobierno y la oposición. En consecuencia, no basta con promover sus “virtudes”. La estrategia del “en contra” de apropiarse impúdicamente de las banderas de la oposición está funcionando.
- El uso de la desinformación es un fenómeno mundial que ha permitido que, por ejemplo, en Estados Unidos este siendo imposible ponerse de acuerdo, ya no sobre cuestiones opinables sino sobre los hechos que conforman la realidad. El 80% de los Republicanos cree que Trump ganó la elección el 2020 y no sabemos qué ocurrirá el año próximo si resulta derrotado. Hoy los ciudadanos pueden habitar universos paralelos con hechos alternativos.
- En Chile es una realidad cada vez más frecuente gracias al acceso masivo de las redes sociales y la voluntad de los actores políticos de mentir; y podría ser decisiva en el resultado del plebiscito del 17 de diciembre.
¿Hay que tomar medidas, regulando la propaganda política? Se castiga la publicidad comercial engañosa difundida por medios de comunicación social con una multa de hasta 1500 Unidades Tributarias mensuales. Sanciona al que a sabiendas o debiendo saberlo y a través de cualquier tipo de mensaje publicitario induce a error o engaño. Qué razón podría haber para que se sancione la publicidad engañosa en el ámbito del comercio y no en la difusión de propaganda política cuyas consecuencias suelen ser muchísimo más graves pues afectan la gobernabilidad y la democracia del país.
- El tema es complejo. Tratándose de propaganda política podría decirse que está involucrada la libertad de expresión y por lo tanto no se puede regular. Pero eso no es tan cierto. Desde luego los discursos de odio están sancionados. También existe el derecho a la honra que limita la libertad de expresión. La libertad de expresión es un derecho fundamental, pero puede tener límites cuando exista un bien jurídico que proteger, como por ejemplo la no difusión premeditada de información falsa en la franja electoral.
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