En el año fiscal 2023, los ingresos fiscales experimentaron una disminución real del 12,5%, totalizando $64.111.891 millones (23% del PIB). Esta reducción se atribuye principalmente a una menor recaudación tributaria, especialmente por parte de los contribuyentes no mineros.
Además, el gasto experimentó un aumento de un 1%, alcanzando los $70.830.600 millones (25,5% del PIB), empañado por el menor nivel de ejecución de la inversión pública desde el 2005.
El déficit efectivo ascendió a $6.718.709 millones, ligeramente superior a las proyecciones. Considerando los ajustes cíclicos, el déficit alcanzó los $7.251.540 millones (2,6% del PIB).
En resumen, el año 2023 se caracterizó por una disminución en los ingresos, un incremento en el gasto y, en consecuencia, un nuevo déficit más. Persistentemente, hemos sido testigos de una última línea roja, lo que ha provocado la reducción de los activos del Tesoro Público y el aumento de la deuda bruta.
Ambos representaban aproximadamente el 12% del PIB, pero en una década, el primero disminuyó al 5%, mientras que el segundo se elevó al 39,8%, cifra que hace solo 3 meses se estimaba en 38,2%. Nuestra posición financiera neta es del 34,7% del PIB, desafortunadamente en negativo, ya que hemos gastado más de lo que se recauda.
A pesar de las expectativas optimistas de Hacienda, el PIB de 2023 cayó un -0,2%. Esto significa que, considerando el crecimiento de la población, fuimos un 1,2% más pobres.
¿Qué nos depara el 2024? Se espera concluir con la resolución de los desequilibrios derivados de los retiros de fondos de pensiones y las políticas fiscales procíclicas, anticipando un crecimiento modesto pero positivo. El ministerio de Hacienda proyecta un crecimiento del 2,5%, mostrando nuevamente un optimismo mayor que los organismos internacionales. Confía en el impulso de una política monetaria menos restrictiva, pues la meta de inflación se encuentra a la vuelta de la esquina.
En consecuencia, estima que los ingresos para el 2024 serán un 8% superiores a los del 2023, representando el 24,3% del PIB. Respecto a los gastos, se proyecta un incremento real anual del 5,6%, equivalente al 26,2% del PIB. Si se cumplen varios supuestos, se anticipa un nuevo déficit del 1,9% del PIB, tanto en términos efectivos como cíclicamente ajustados, menor al anterior y en consonancia con los compromisos asumidos.
¿Y qué nos espera en el futuro cercano? Como advirtió Hacienda, las metas fiscales al final del mandato serían más estrictas, con el objetivo de contener la deuda, aunque seguirán siendo deficitarias. Se busca un déficit estructural del 0,5% del PIB para 2026 (inicialmente era del 0,3%), implicando un gasto estancado en 2025 y una reducción de este en 2026.
¿Qué tan creíble es este ajuste? En cuanto a la meta, no hay duda, pues quedó establecida en un decreto del actual gobierno. Sin embargo, respecto al cumplimiento de esta, no podemos estar seguros, ya que queda en manos del próximo gobierno aquel recorte. Un solo dato, la actual administración recibió una deuda bruta del 36% del PIB y se espera que termine con un 41,2%, un aumento de más de 5 puntos porcentuales.
Es improbable que un nuevo gobierno electo reduzca el gasto, posiblemente a expensas de incumplir su programa. Para superar la constante postergación de alcanzar un balance estructural, debemos no solo optimizar los recursos públicos existentes, sino también aumentar los ingresos para respaldar el nivel de gasto. Solo así encontraremos un equilibrio que nos permita abandonar los déficits y lograr una armonización entre lo que se recauda y lo que se gasta. Entonces, ¿cómo podemos aumentar los ingresos? La reciente Comisión Marfán convocada por el gobierno actual ya nos dio la respuesta: cada punto adicional de crecimiento del PIB aporta 570 millones a la recaudación neta del Fisco.
Las proyecciones no son alentadoras, el panorama a mediano plazo indica que la actividad continuará en niveles de crecimiento mediocre. Aquí radica el verdadero desafío de la economía chilena: una productividad insuficiente que se traduce en un modesto crecimiento tendencial del 2%. Superar esta década de estancamiento requiere medidas audaces y nuevas estrategias.
Persistir en las mismas fórmulas solo conducirá a los mismos déficits conocidos, con el riesgo de superar el límite prudencial de deuda, como advierte el Consejo Fiscal Autónomo. ¿Lograremos el equilibrio presupuestario? Ver para creer, o mejor dicho, crecer para creer.
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