Desde agosto del año pasado la Cámara de Diputados estaba requiriendo antecedentes de lo que podría ocurrir en esta temporada. El director de la Conaf, Christián Little, concurrió el 29 de agosto a la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, donde habló de una tendencia a “mayor ocurrencia y daño”, “simultaneidad de incendios de magnitud” y de “mayor disponibilidad de combustible vivo”. El ministro Esteban Valenzuela concurrió a la comisión el 20 de diciembre, cuando ya habían registrado 95 siniestros a nivel nacional, y sostuvo —al igual que la Conaf— que la situación podía ser mucho más grave que en años anteriores. “El 70% del territorio nacional es susceptible de ser afectado por incendios forestales”, indicó. Expertos de Corporación Chilena de la Madera advirtieron 7 días después que la voracidad y velocidad de propagación del fuego iba a seguir aumentando por el “estrés hídrico” en el país.
Resultados de una tragedia. La comuna de Santa Juana, es una de las más afectadas por la ola de incendios forestales. Hay 13 personas fallecidas, 459 viviendas destruidas, 1.406 personas damnificadas, y el 70,7% de la superficie de la comuna quemada, lo que equivale a 51.688 hectáreas. Su alcaldesa, Ana Albornoz, ha relatado en las últimas horas las advertencias que venían entregándose desde 2020 sobre una posible tragedia y qué ocurre hoy en la ciudad.
- “Vimos personas calcinadas, animales quemándose, conocidos arrancando del fuego. Eso sicológicamente no es fácil de sostener”, dijo Albornoz a La Tercera.
- “En 2020 se pidió a Conaf un informe que llegó a manos de todas autoridades del gobierno anterior y no se tomó ninguna determinación. Ahí se decía que existía el peligro latente de que cualquier foco de incendio se transformara en un megaincendio. Y ya cuando ocurrió el primer incendio -en diciembre- hicimos las advertencias, pedimos el estado de catástrofe. Vino el subsecretario del Interior, pero él decía que tenía que preguntarle a la ministra”.
- “Casi nos quemamos vivos”.
Primera exposición en el Congreso. El alto riesgo de incendios forestales estaba sobre la mesa desde mediados del año pasado. El 29 de agosto, vale decir, 5 meses antes de la tragedia, el director nacional de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Christian Little, concurrió a la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados para exponer sobre las medidas adoptadas para la prevención de los incendios forestales en el período estival 2022-2023.
- Explicó que, aunque 2022 había sido un año más lluvioso, también había mayor proliferación de pasto, que termina convirtiéndose en combustible al secarse.
- La proyección que hizo, tomando en cuenta las temperaturas, fue que la época más compleja que esperaban fluctuaba entre octubre del año pasado a enero de 2023.
- Sobre el escenario que calculaban, en su presentación señaló lo siguiente:
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- Tendencia a mayor ocurrencia y daño.
- Tendencia a extensión de la temporada incendios.
- Simultaneidad de incendios de magnitud.
- Tendencia a una mayor disponibilidad de combustible vivo (pastizales, plantaciones, praderas, bosque nativo, material leñoso, entre otros).
- Aumento de la interfaz urbano forestal e IIFF de interfaz (zona en la que el terreno forestal entra en contacto con zonas edificadas).
Panorama se agrava. El 20 de diciembre, la Comisión de Agricultura recibió al ministro del ramo, Esteban Valenzuela, al director de la Conaf y al Gerente de Protección de Control de Incendios, Pablo Lobos. A esa altura, los incendios ya habían comenzado.
- Para entonces, la ex ONEMI había informado que los incendios más graves estaban afectando a la Región de Valparaíso. Al 17 de diciembre habían 95 siniestros registrados a nivel nacional, 1 en observación, 8 en combate, 60 controlados y 26 extinguidos.
- El informe del ministro Valenzuela respecto a la tendencia que se esperaba para los próximas semanas fue el siguiente:
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- 70% del territorio nacional es susceptible de ser afectado por incendios forestales.
- 80% de las zonas de interfaz, tienen un riesgo alto o muy alto.
- Mayor ocurrencia y daño.
- Extensión de la temporada incendios.
- Simultaneidad de incendios de magnitud.
- Mayor disponibilidad de combustible.
- Aumento de la interfaz urbano forestal.
La advertencia de las forestales. En enero la situación siguió agravándose. El alza de las temperaturas amenazaba con extender los incendios a tres regiones (Ñuble, Biobío y La Araucanía).
- El 17 de ese mes, la Comisión de Agricultura de la Cámara recibió a Ramón Figueroa, del Departamento de Incendio de la Corporación Chilena de la Madera (Corma) y al abogado Andrés Meneses.
- Figueroa, entregó un diagnóstico de lo que estaba ocurriendo. Y advirtió que la voracidad y velocidad de propagación iba a seguir aumentando, como consecuencia de lo que denominó “el estrés hídrico”.
- Recomendó poner atención en los denominados “combustibles”, que contribuyen al avance de los incendios.
- Informó que Corma, desde el 2017, fecha en que se registró uno de los más grandes incendios forestales en el país, había construido más de 20 mil kilómetros de cortafuego. “Todos los años construimos alrededor de 500 kilómetros de cortafuego”, dijo.
- También sostuvo que existían 10 mil kilómetros de manejo de combustibles, que consideran despeje de caminos, podas, entre otras iniciativas preventivas.
- El representante de Corma explicó a la comisión que el 20% del presupuesto de las empresas forestales se gasta en prevención y manejo de combustible.
- Pero advirtió que La Araucanía y en Malleco ya no podían ingresar maquinarias para realizar estos trabajos preventivos “porque nos queman los equipos”.