La gran mayoría ataca a niños y adolescentes de un solo sexo, que en 4 de cada 10 casos pertenecen a su parroquia, reveló un estudio encargado por la Conferencia Episcopal al Centro UC Derecho y Religión. Además, generan grupos cerrados, promueven rivalidades y aprovechan vulnerabilidades económicas o familiares para elegir a sus víctimas. A continuación, los detalles del informe.
Qué observar. La Conferencia Episcopal dio a conocer un estudio sobre las dinámicas de los abusos sexuales realizados por sacerdotes y no clérigos (como los diáconos). El informe fue encargado por el Consejo Nacional de Prevención de Abusos de la Conferencia al Centro UC Derecho y Religión, que analizó cuantitativa y cualitativamente las dinámicas de los abusos sexuales registrados en la Iglesia Católica de Chile.
- Se tomó como muestra a 461 supervivientes de abusos y los casos de 168 agresores, divididos entre sacerdotes –diocesanos o religiosos – y no clérigos –religiosos o religiosas, con casos registrados entre 1960 y 2018.
- Las conductas más frecuentes en los casos analizados fueron “tocaciones” (en un 93,92% de los casos), “desnudamientos” (64.19%), y “conversaciones inapropiadas sobre sexo (49.55%)” y “penetración (47.97%)”.
- Todos los agresores analizados registraron al menos una víctima/sobreviviente menor de 18 años. Solamente un 5,36% de los agresores presentó víctimas de ambos sexos.
- “La relación de las víctimas/sobrevivientes con el agresor se establece en su calidad de miembro de la comunidad parroquial o religiosa (42,26%); alumno de colegio (20,97%); hijo de una familia conocida y frecuentada por el clérigo o religioso (16,97%) o acólito (13,48%)”, dice el estudio.
- El 25% de los casos ocurrió en la parroquia; en el 10,77% en la casa del clérigo.
El perfil de los abusadores. La parte cualitativa del estudio analizó el perfil de los agresores, de acuerdo con el relato de supervivientes y terapeutas que trataron a las víctimas de abusos, así como los primeros pasos que dieron para cometer los delitos.
- Cercano. “En el caso de los sobrevivientes que sufrieron abuso sexual por parte de un religioso siendo menores de edad, la totalidad de ellos describe a su abusador como encantador y cercano, destacando su calidez, capacidad de acogida, disponibilidad y presencia cotidiana en la comunidad”.
- Se rodea de discípulos. “El clérigo o religioso no clérigo se rodea de subalternos o seguidores, en lugar de relacionarse con pares. Se le conocen pocas o nulas relaciones con personas que se vinculen con él de un modo más simétrico”.
- Se presenta como uno más entre los jóvenes. “El clérigo o el religioso no clérigo participa de actividades de los jóvenes como si fuese uno más, en ocasiones haciendo caso omiso de los límites propios de la relación entre un adulto y los niños, niñas o jóvenes que están a su cuidado”.
- Crea grupos cerrados. “Mencionado en mayor medida, aunque no exclusivamente por sobrevivientes que sufrieron abuso sexual por parte de un clérigo siendo menores de edad, se describe cómo el sacerdote o religioso genera alrededor suyo un grupo cerrado conformado por fieles, de preferencia jóvenes. Se trata de un grupo que maneja códigos particulares y exclusivos para los integrantes, a los cuales otras personas no tienen acceso”.
- Tiene favoritos. “Este código se refiere al establecimiento de relaciones de mayor cercanía y favoritismo con algunos, aspecto que es, la mayoría de las veces, conocido y tolerado por los otros miembros de la comunidad”.
- Promueve rivalidades. “El clérigo o religioso no clérigo va generando enemistad y rivalidad entre los jóvenes, en lugar de cohesión y cooperación entre ellos”.
El perfil de los supervivientes. El estudio también analiza denominadores comunes entre quienes fueron víctimas de abusos por parte autoridades eclesiásticas.
- Eran activos en sus comunidades. “Entre quienes fueron víctimas de abuso sexual eclesial, tanto por parte de clérigos como de religiosos no clérigos, destaca la alta participación en comunidades religiosas. La Iglesia les brindaba un sentido de pertenencia y propósito, de modo que la participación en sus instituciones y actividades era un aspecto nuclear de la propia identidad”.
- Vulnerabilidad económica y emocional. “Al describir el momento de vida o las características de la propia familia en tiempos donde ocurrió el abuso, un número importante de sobrevivientes entrevistados, especialmente aquellos que sufrieron abuso sexual por parte de un sacerdote o religioso siendo menores de edad, destaca la existencia de vulnerabilidad económica dada por una precariedad de ingresos, o de vulnerabilidad emocional generada por la muerte de un progenitor o hermano, o por relaciones familiares disfuncionales”.
- Atraviesan por una crisis. “En el caso de quienes fueron víctimas siendo mayores de edad, la vulnerabilidad familiar aparece con frecuencia como un antecedente de la propia historia de infancia o juventud. Al momento de la ocurrencia de los abusos, en algunos casos la vulnerabilidad viene dada, más bien, por el hecho de estar atravesando por alguna situación vital conflictiva, tales como crisis matrimoniales, crisis vocacionales, crisis laborales, crisis económicas, o una mezcla de las anteriores”.
- En algunos casos, baja autoestima e introversión. “Éste es un aspecto mencionado por menos de un tercio de los entrevistados. La mayor parte de ellos, víctimas de sacerdotes o religiosos siendo menores de edad, menciona la ingenuidad, la introversión, la baja autoestima y la sumisión, como rasgos que los caracterizaban en los años en que ocurrieron los abusos. Aun así, un tercio de los entrevistados señala que la víctima tenía una posición de liderazgo respecto de los pares al interior de la Iglesia”.
Los pasos para concretar los abusos. El estudio también describe cómo el agresor usa el acceso y autoridad de su cargo para perpetrar delitos.
- Dar regalos simbólicos. “Aparece con frecuencia el envío de mensajes y la entrega de regalos, que por lo general tienen un valor más bien simbólico y cumplen la función de mostrar una preocupación particular por la víctima, de transmitirle que a menudo piensa en ella y, con esto, hacerla sentir especial”.
- Hacerlo sentir en deuda. “En lo que respecta a la entrega de privilegios o regalías especiales, se distinguen estrategias que buscan manipular a la víctima a través de beneficios que dejan atrapada a la víctima en complejas tramas de agradecimiento y sentimientos de deuda con el abusador. En el caso de la ayuda económica, en varios relatos destaca el financiamiento de estudios y la remuneración por trabajos asignados”.
- Erotizar el vínculo. “El clérigo o religioso se las arregla para estar presente en espacios privados de los niños o jóvenes como si esto fuese algo casual o normal o, promueve la desnudez pública desde lo aparentemente lúdico o natural y el uso del doble sentido y con las bromas o jugueteos sobre temas sexuales en el marco de actividades religiosas o educativas”.
- Aprovechar la privacidad de la confesión. “En distintos relatos de sobrevivientes que fueron victimizados por clérigos siendo menores de edad, aparece una imposición del sacramento mismo, donde no es el niño o joven el que desea o busca ser confesado, sino que es el sacerdote quien va en su búsqueda y no deja opción a negativa alguna”.
- Aislar a su víctima. “Las maniobras agrupadas bajo este código apuntan a ejercer un dominio tal sobre la víctima, que la deja atrapada en la relación con su abusador y le impiden la escapatoria. Al respecto, las tácticas buscan aislar a la víctima respecto de su grupo de pares o de su familia”.
- Normalizar los abusos. “Parte importante del total de sobrevivientes entrevistados indica que, en algún momento, logró percibir la anormalidad de la situación o de la relación que el clérigo o religioso no clérigo pretendía imponer. Sin embargo, muchas veces tal percepción fue desechada porque entre otras estrategias de normalización, el clérigo o el religioso no clérigo no demuestra complicación por la relación que sostiene con la víctima, incluso ante otros.
- Distraer a la víctima. “También ocurre que distrae a la víctima mientras se abusa sexualmente de ella, instalando una supuesta conversación que no guarda relación alguna con lo que el sacerdote o religioso está realizando, o cubrir o disfrazar el abuso con intenciones muy diferentes a las que en realidad tiene el clérigo o religioso con su víctima. Incluso cómo si se tratase de conductas que expresan un gesto de cuidado o preocupación por la salud, bienestar o desarrollo de la víctima”.
- El silenciamiento. “Este código describe las tácticas orientadas a la imposición del secreto y la conminación al silencio en la víctima, a quien el clérigo o religioso no clérigo le prohíbe, en forma tácita o explícita, referirse al abuso. Se identificaron tres modalidades distintas de lograr este cometido: a) apelar al silencio de la víctima como forma de evitar la incomprensión de terceros; b) tergiversar el secreto de confesión o, c) recurrir a las amenazas”.
- Uso de violencia física. “Aunque no son las más mencionadas, en algunos casos las tácticas abusivas utilizadas se orientan a la directa dominación de la víctima a través del uso de la fuerza”.