Boric no es Evo Morales ni Nicolás Maduro. Ha sido hábil en entender dónde y cuándo ceder, y de ese modo, desactivar potenciales crisis. Siempre ha escogido la democracia por sobre el autoritarismo. El problema comienza cuando se observa la naturaleza de su relación con los sectores que lo apoyan, y la facilidad que tienen para persuadirlo
Las propuestas del líder. A solo semanas de la próxima elección presidencial las encuestas son claras en mostrar que Gabriel Boric es quien lleva la ventaja. Y aunque los sondeos se han equivocado en el pasado, en esta ocasión son todas consistentes en mostrar que la tendencia es inapelable: Gabriel Boric lidera en primera vuelta y se impondría con facilidad ante Sebastián Sichel, Yasna Provoste o José Antonio Kast en la segunda.
- Hasta ahora, la agenda ha estado dominada por temas coyunturales. Tiene sentido. Pues, hay demasiadas preguntas sin respuestas dando vueltas. Pero a solo 7 semanas de la elección, y considerando el orden de las preferencias, ya es hora de empezar a preguntarse qué es lo que proponen los candidatos a largo plazo, y en especial qué es lo que propone quien tiene más probabilidades de ganar.
- ¿Qué tipo de gobierno sería el de Boric, y qué es lo que significaría eso para el país? No da lo mismo quien gobierna y menos cuando hay tanto en juego. Más que en cualquier otra ocasión, el próximo presidente tendrá una responsabilidad histórica en resolver problemas estructurales. Tendrá sobre sus hombros la tarea de resolver la crisis económica, satisfacer las demandas sociales, e implementar la nueva Constitución (de aprobarse), todo al mismo tiempo.
La izquierda de Boric. En un conocido artículo de 2006 el académico Mexicano Jorge Castañeda resumió el avance de la izquierda en América Latina como una batalla de dos izquierdas: una democrática y fiscalmente responsable (como las de Chile y Uruguay) y una expansiva y populista (como las de Argentina y Venezuela). Y si bien es una matriz simple para describir un fenómeno complejo, sigue siendo utilizado como un faro para pensar en la distribución de las izquierdas en la región.
- Sin profundizar en el conocido relato de Castañeda, ¿bajo cuál de las izquierdas caería Boric? O más precisamente, ¿dónde en el continuó entre ambos extremos se ubicaría? ¿Su gobierno estaría más cercana a la centroizquierda de Lula que combinó la ampliación de derechos sociales con crecimiento económico, o más cercana al modelo peronista de los Kirchner-Fernández que aun no logra responder por lo prometido?
- Es un debate extenso, lleno de matices, no obstante, necesario. En simple, y juzgando por lo que se ha visto ahora, la respuesta pareciera ser que un gobierno suyo se asimilaría más a la segunda izquierda que a la primera. Y aunque no fuese así, hay evidencia anecdótica que sobra para pensar que no son pocos los que sienten que un gobierno suyo seguiría la peligrosa senda que han seguido tantos otros líderes de germen autoritario en la región.
¿Quién gobernará?. Lo interesante del análisis es que, en el caso chileno, en el caso de Boric, hay que separar al candidato de los sectores que lo apoyan. Pues, después de todo, los matices son importantes. Boric no es Evo Morales ni tampoco Nicolás Maduro. Como político, ha sido hábil en entender dónde y cuándo ceder, y de ese modo, desactivar potenciales crisis. Siempre ha escogido la democracia por sobre el autoritarismo.
- El problema comienza cuando se observa la naturaleza de su relación con los sectores que lo apoyan, y la facilidad que tienen ellos para persuadirlo a él de cambiar su opinión. En ese sentido, el candidato no es tan problemático como su sustento político. Gobernando con ellos, es más fácil asumir que el país giraría hacia el radicalismo que hacia la moderación. El asunto es que a esta altura parecen ser inseparables.
- La preocupación es que el país podría girar fuertemente a un extremo, no porque es el curso natural de la historia demandado por la gente o la sociedad es su extensión más amplia, sino que por la ambición de un sector político que ve en Boric una vía para apoderarse del botín del Estado. La preocupación es que se pueda ofrecer más justicia y representatividad al costo de menos democracia.
La hora de las definiciones. Lo anterior es un flanco abierto para Boric. Quizás no en lo inmediato, considerando su ventaja en la carrera electoral, pero sí en un eventual gobierno. Abre preguntas sobre gobernabilidad y estabilidad económica, política y social. Que parte de la izquierda que lo apoya sea indiscutiblemente autoritaria es preocupante. Lo único que eso garantiza, en un país de tradición democrática, es inestabilidad y tensión.
- Una señal preocupante es la alineación titular de su comando. Pues, hay algunas incorporaciones que simplemente no tienen sentido. Es el caso de la alcaldesa comunista Iraci Hassler, que desembarcó en la campaña esta semana. Para quienes tienen dudas sobre la gobernabilidad que pueda garantizar Boric, es un balde de agua fría. Pues, solo confirma la influencia que tiene el Partido Comunista en la empresa.
- De cierto modo se entiende la expansión del comando hacia la izquierda. Pues, con la sorpresa que dio Boric en la primaria presidencial era de esperarse un reacomodo mayor. Pero al mismo tiempo, eso implica admitir que la entrada de Hassler opera como un instrumento para resolver un conflicto político, no como un refuerzo ideológico. La pregunta es con qué frecuencia se seguirán repartiendo cuotas de poder para satisfacer la demanda política del extremo.
La resistencia. Cuando se revisa el registro de lo que pasó con los países de América Latina que giraron a la izquierda en los dos miles, en la marea rosada, como le denominó Castañeda, los números son lapidarios. A los países que siguieron la primera senda les fue bien y a los otros les fue mal. Así lo demuestran índices de democracia, economía, corrupción, desarrollo social, y bienestar en general. Obviamente, no es el fin de la historia, pero algo indica.
- Chile ha girado a la izquierda en los últimos años, y con justa razón. Hay trabajo que hacer en materia social y económica y por eso no vendría mal una centroizquierda fuerte para conducir el reajuste. En esa línea no hay que descartar que un gobierno de Boric podría ser un aporte. Pero al mismo tiempo habría que admitir que funcionaría si, y solo si, logra conformarse lejos de los extremos que tanto daño les han hecho a otras democracias de la región.
- No es una tarea fácil. Hoy, Boric está tratando de apaciguar a los sectores que quedaron dañados tras la primaria, pero en eso, también ha solidificado su influencia en su campaña, y por qué no decirlo, en lo que podría ser su gobierno. Quizás Boric gane la elección, pero estará lejos de probar que podrá ofrecer gobernabilidad. Es hora de empezar a encarar esa preocupación.