El escritor, profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile y de la Escuela de Artes Liberales de la UAI, y ex director del CEP Arturo Fontaine hace una dura crítica al programa de Gabriel Boric, en cuyo programa ve rasgos peronistas y alerta sobre lo que afirma son los peligros del semipresidencialismo y parlamentarismo, tema que será clave en la próxima Constitución. Consultado respecto de Sebastián Sichel manifestó que prefiere referirse al presidenciable de la centroderecha en otra ocasión.
-Sostienes en tu reciente libro La pregunta por el régimen político (Fondo de Cultura Económica) que el semi presidencialismo es peligroso. Incluso lo comparas con la República de Weimar, que dio paso al nazismo. ¿Cuáles serían los riesgos en Chile?
-El semi-presidencialismo francés ha dado origen, en los hechos, a un hiperpresidencialismo exacerbado como no hay otro. En cambio, en Austria, ha derivado en una variante del parlamentarismo. El presidente preside, pero no gobierna. En la Rusia de Putin, la Polonia de Kacziński y la Turquía de Erdogan el semipresidencialismo ha conducido a autoritarismos legales donde la democracia es de fachada. La fusión de los poderes ejecutivos y legislativos y la facultad de disolver el Congreso en manos del mismo gobernante, facilitan la configuración de un autoritarismo legal como los mencionados. El gobernante del semipresidencialismo y del parlamentarismo tiene muchísimo más poder que un Presidente y puede durar muchísimos años. Merkel va a cumplir 17… Imagínate a Trump con el poder de disolver el Congreso… Si el gobernante no puede disolver el Parlamento, los parlamentarios son más independientes y, como indican estudios comparativos, pesan más en la legislación.
-Una de las críticas al presidencialismo chileno, es que muchas veces el presidente choca con un parlamento opositor. Y así no puede llevar a cabo la agenda por la que lo eligieron.
-Pero con el semipresidencialismo y el parlamentarismo no desaparecen —como imaginan algunos— los gobiernos de minoría. En Dinamarca y España son lo normal. En Europa han existido en el 37% de los casos. Los jefes de gobierno en minoría negocian sus proyectos de ley uno a uno, igual que los presidentes en minoría. Y surgen bloqueos para formar gobierno que pueden durar mucho. En esos períodos hay un gobierno interino que no pasa leyes y sólo administra. En Holanda, normalmente, el proceso toma 90 días. Pero el 2017, tomó 225 días. En España hubo 4 años de bloqueo (2015-2020). En Bélgica, 653 días sin gobierno real y el país a la espera de que los parlamentarios se pongan de acuerdo… ¿Te imaginas algo así en Chile con las urgencias socioeconómicas que tenemos?
-¿Tienes temor, entonces, de que la Convención opte por un régimen parlamentarista o semi presidencial?
-Hay constituyentes que se han planteado a favor del semipresidencialismo y del parlamentarismo. Eso significa renunciar al derecho a elegir por votación directa y popular a quien nos gobierne. Bajo esos regímenes debe gobernar el jefe de gobierno elegido por los parlamentarios. Eso me parece contrario a lo que en Chile entendemos por democracia. Para nosotros que el pueblo elija al gobernante es la encarnación de la democracia. Si la Convención nos quitara ese derecho —que ha costado sangre, sudor y lágrimas— traería confusión, caos y, creo, duraría poco. ¿De qué tratarán las elecciones presidenciales si los presidentes sólo serán jefes de estado, y los planes de gobierno serán resorte de un jefe de gobierno elegido por los parlamentarios y que negocia su programa con ellos? El semi-presidencialismo y el parlamentarismo tienen algo elitista y verticalista, muy ajeno a lo que necesitamos.
-¿Cómo valoras a la Convención Constituyente?
-Lo preocupante es la velocidad con que aumenta la desaprobación de la Convención. Según la última encuesta Criteria en todos los sectores políticos, incluidos los independientes, la mayoría desaprueba a la Convención. La única excepción es la izquierda. Con todo, quiero mantener mi esperanza en lo que va a hacer la Convención.
-¿Cómo ves la actual elección presidencial? ¿En Boric observas elementos disruptivos?
-Boric me cae muy bien como persona. Es un gran orador y tiene carisma. Estuvimos en la misma línea en los días de las luchas en contra de las universidades con fin de lucro encubierto. Pero su programa nos aleja de la meta de llegar a una economía verde. Porque la clave es sustituir rápido los combustibles fósiles por hidrógeno verde. Se propone para ello crear una empresa estatal. ¿Para qué? Se necesita una inversión gigantesca: 20 mil millones de dólares en los próximos 20 años para cumplir las metas planteadas. El Estado tendría que sacar esas cantidades de los bolsillos de los chilenos. No va a ocurrir.
-¿Por qué estás tan seguro?
-Basta ver lo que cuesta invertir en Codelco y sus rezagos de inversión. Habrá que recurrir a la inversión extranjera. Pero muchas empresas extranjeras no querrán tener que asociarse con una empresa estatal chilena. Preferirán desarrollar por su cuenta y riesgo el hidrógeno verde, por ejemplo, en Australia, que nos compite. Esa empresa estatal, aunque no fuera monopólica, perjudica. Trae a la mente esas grandes y burocráticas empresas latinoamericanas del petróleo, esas antiguallas ineficientes y con fama de corruptas, como Pemex en México y PDVSA en Venezuela.
-Boric se opone al TPP-11 y propone revisar los tratados de libre comercio ya ratificados por Chile y en vigencia. ¿Qué te parece esa idea?
Oponerse al TPP-11 es muy sintomático. Un tratado que le conviene a Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Vietnam, Japón, Perú y México, no conviene a Chile… ¿Por qué? Porque se quiere desplegar aquí una estrategia económica estatista como no la hay en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, México, Japón, Perú, etc. Tampoco en Gran Bretaña, que quiere sumarse. Insisto: el programa de Boric es incompatible con lo que hace y se proponen hacer a futuro Canadá, Australia, México, Japón, Nueva Zelanda, etc. Es otra cosa, es otra estrategia económica.
-¿Y en qué consiste esa estrategia?
-En la práctica lo que va a pasar aquí, creo, y más allá de los sueños de algunos académicos soñadores, es que un equipo de tecnócratas, nombrados por dirigentes del Frente Amplio y del PC, harán apuestas empresariales con la plata de todos los chilenos —es decir, tendremos un empresariado vicario compuesto por esos tecnócratas. Y se les dejarán caer a montones empresarios o emprendedores y los convencerán de que el Banco estatal de desarrollo, o como se llame, financie sus proyectos, los mismos que los bancos e inversionistas privados, en su ceguera, claro, no financian. Se apropiarán de esos créditos blandos y demás subsidios. De repente, le achuntarán… Pero como sistema general… ¿Burócratas encargados de hacer negocios con la plata de todos los chilenos?…
-¿Qué es lo peor que puede pasar?
-Mira, no faltará el emprendedor que persuada a esos tecnócratas de confianza de los políticos de financiar su negocio de fabricación de autos eléctricos porque aquí hay litio u otra genialidad parecida… Por 10 o 20 años financiaremos a ese negociante que se hará rico a costa de todos nosotros. Y después será costoso políticamente dejar quebrar a esa empresa. Pero para entonces, por supuesto, ese emprendedor ya estará forrado. Gran oportunidad para empresariotes inescrupulosos, para emprendedores vivos y con nexos políticos. Mina de oro para los vendedores de pomadas, caldo de cultivo de la corrupción. Ese es el gran riesgo del enfoque.
-¿Qué te parece la propuesta de Boric de establecer directorios paritarios, es decir, conformados por igual número de representantes de los trabajadores y los accionistas?
-Eso sólo existe en unas pocas y antiguas empresas alemanas —carbón, acero—. Es una práctica que tiene razones históricas que tienen que ver con el nacismo. Es una absoluta excepción. La pujante economía alemana no se basa en esas excepciones. El profesor Nicolás Grau, del equipo de Boric, entiendo, discutiendo con el economista René Cortázar, ha citado en El Mercurio, en días pasados, un estudio del profesor Simon Jäger y otros. Como bien dice el profesor Grau, ese estudio concluye que la participación de directores que representan a los trabajadores, en los países europeos donde existe, no ha dañado la inversión. Pero ese mismo estudio —salvo que me equivoque y se trate de un alcance de nombre— concluye que tampoco han mejorado los ingresos de los trabajadores. El efecto es virtualmente nulo.
-¿Y por qué?
-Porque los directores que representan a los accionistas están siempre en mayoría –salvo en esas pocas y antiguas empresas alemanas que te señalé— (Jäger et alia, NBER, Junio, 2021). Es decir, la propuesta de directorios con igual número de representantes de los accionistas y los trabajadores no tiene respaldo en la práctica; no funcionan así las empresas en Suecia, Finlandia, Noruega, Austria o Alemania. Tampoco en Francia, Gran Bretaña, España, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, China, Japón… La experiencia comparada no avala la propuesta.
-¿Eres de los que piensa que con Boric iremos hacia un modelo populista?
-El programa de Boric es un viaje a lo desconocido y puede llevarnos a aterrizar en Argentina. Lo indica el violento viraje del candidato acerca del cuarto retiro de fondos previsionales, que acarreará, como él sabe, inflación y peores pensiones. Ese viraje sólo se explica por una convicción: hay que priorizar a toda costa los intereses electorales de corto plazo. ¿En qué consiste el peronismo sino en eso? ¿Será ese el destino del Frente Amplio? El peronismo es una eficaz combinación de retórica anti-élite y servidumbre ante los intereses electorales de corto plazo y los grupos de interés. El peronismo cree que todo es política y toda la política es retórica + muñeca. El resultado está a la vista: pobreza de la Argentina antes de la pandemia sobre el 40%. Para las y los chilenos sería mejor que Boric cambiara su programa. Si no lo hace, es mejor que no salga elegido.
-¿Y en otras materias, como la regulación de los medios, qué te parece el programa?
-Inquietante su propuesta de crear un “Consejo Regulador de las Comunicaciones,” organismo estatal que jugará un papel tutelar de las radios, la televisión y “las telecomunicaciones en general”, velando por “el interés público” y “el pluralismo interno y externo de las distintas plataformas.” ¿Quién necesita ese Consejo controlador? ¿Qué periodistas chilenos deben ser disciplinados por ese órgano tutelar? ¿En base a qué criterios podrá sancionar a quienes no sirvan al “interés público?” Sea cual sea la intención, ¿no se incuba ahí una amenaza para la libertad del periodismo y la libertad de expresión? Ese Consejo, ¿no terminará siendo un censor? Para las y los chilenos sería mejor que Boric cambiara su programa. Si no lo hace, es mejor que no salga elegido.
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