Las élites han perdido el consenso y con él su capacidad de dirigir en la esfera de lo público. Dado que las premisas anteriores han sido demolidas, es natural que esta inestabilidad derive en temores y ansiedades. Nadie puede asegurar que aquello que está naciendo o por nacer será mejor. Sin embargo, no es necesario ser un optimista esotérico o metafísico para ver brotes verdes.
La crisis de la transición. Gramsci sitúa la crisis en el momento en que las clases dirigentes pierden el consenso y dejan de ser dirigentes y pasan a ser sólo dominantes y las masas se alejan de las ideologías tradicionales y dejan de creer en lo que creían. La crisis, entonces, se ubica en el momento en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer y “es en ese interregno en el que se verifican los fenómenos morbosos más variados”.
¿Cómo evaluar la salud de una democracia? Si tomamos las investigaciones de Acemoğlu y Robinson (Por qué fracasan los países) o las de Ziblatt y Levitsky (Cómo mueren las democracias), un buen predictor de éxito para los países y sus democracias es el funcionamiento de las instituciones. Además de una serie de normas no escritas que permiten dirimir los conflictos de manera pacífica y generativa.
¿Dónde está el vaso medio lleno? En la revisión de hitos de este proceso de crisis existen tres movimientos sociales cuya entidad, profundidad y efectos performativos son los más relevantes: movimiento estudiantil, movimiento feminista y estallido social. Pues bien, los tres movimientos están siendo procesados por la institucionalidad de forma pacífica.
Se necesitan refuerzos. Ni las instituciones, desgastadas por cansancio y por impugnación; ni las leyes; ni el sistema político han podido encausar el estallido. Pero se desplegaron otros actores para aspirar a un encausamiento pacífico del conflicto: organizaciones de la sociedad civil; mundo académico -universidades y centros de estudio-; organizaciones barriales; movimientos temáticos, entre otros; han operado como puente entre una sociedad hastiada y un sistema político que no la vio venir y carecía de instrumental y experiencia para comprenderla.
La primera intervención del gobierno no solo fue ciega a lo sucedido en la Cámara sino que estuvo caracterizada por una serie de errores técnicos que una reforma como esta no se puede permitir. Si en la Cámara se tramitó completamente sin ningún dato que sustentara la propuesta, en el Senado no se puede permitir […]
El Presidente ha enmudecido. Ni siquiera el formal pésame dirigido a su esposa e hijo de 6 años se ha escuchado. Si no se llega a la verdad, los autores del crimen se sentirán seguros y envalentonados para seguir operando en Chile, quizás ya no contra disidentes venezolanos sino contra periodistas, jueces, fiscales y políticos […]
Fue el diputado Gonzalo Winter quien planteó que el Gobierno de Gabriel Boric carece de una vocación de transformación cultural, sometiéndose a la lógica de los acuerdos. Poniendo nada más ni nada menos que a Javier Milei como referente de un modo de acción política que maximiza idearios. ¿Sorprenden las declaraciones de Winter? No. ¿Sorprende […]
Winter acierta en el diagnóstico, pero no en las causas ni en la responsabilidad que la retórica, de la que tanto abusan, juega en esta situación. Son ellos mismos, más que los medios de comunicación o los gremios, como sugiere el diputado, los responsables de su propio fracaso.
Se ha creado el vergonzoso precedente de que, en territorio chileno, todo es posible. Ello levanta una inmensa interrogante sobre la real capacidad del Estado para defender la soberanía nacional, garantizar la seguridad pública e imponer el respeto a la ley. Son demasiados los signos de vulnerabilidad de Chile.