Esta semana, la compañía de Elon Musk, Neuralink, anunció la instalación exitosa del primer chip cerebral en un ser humano. El chip puede leer actividades cerebrales y transmitir ordenes como, por ejemplo, controlar un teclado con el pensamiento. Parece ciencia ficción, pero es solo una señal del ritmo vertiginoso de la revolución tecnológica en que vivimos, empujada por los recientes avances en el aprendizaje de máquinas (machine learning) e inteligencia artificial (IA) generativa. En Chile, ensimismados por nuestros problemas y enfrascados en peleas de corto plazo, no nos damos cuenta de la magnitud de la ola que nos pasa por arriba. Sin una agenda de mediano y largo plazo que nos permita adaptarnos, parecemos más destinados a revolcarnos que a surfearla de manera exitosa.
Casi como una ironía del destino, el mismo día del anuncio de Neuralink, en Chile se publicó el estudio “Radiografía de la Lectura en 2do básico”, impulsado por la iniciativa Un Chile que Lee. El estudio, que lamentablemente tuvo poca repercusión en los medios, concluye que al 2023 un 60% de los alumnos de la RM (39% de la matricula nacional) de 2do básico no lograba los niveles esperados de 1ero básico. Con estos alarmantes niveles de retraso ¿cómo pretendemos preparar a toda una generación de trabajadores que deberá hacer frente a un proceso de transformación digital continuo y acelerado?
La única manera de que la IA reemplace funciones y no empleos es que los trabajadores sean capaces de comprender, evaluar textos y tener un razonamiento crítico con contenido matemático. Lamentablemente, nuestro país está lejos de esto. Según los resultados PIACC (OCDE), un 50% de los trabajadores chilenos se encuentra en el nivel más bajo de comprensión lectora y matemática. Como referencia, el promedio de trabajadores OCDE que se encuentra en este nivel alcanza un 17% y en Japón, apenas un 5%. Si queremos que nuestros futuros abogados, ingenieros comerciales o contadores no sean reemplazados por un robot que se dedique a darle buenas indicaciones a ChatGPT, tenemos que actuar rápido.
Sin embargo, las actuales autoridades parecen no advertir el tremendo desafío que tenemos por delante. Una política pública integral para equipar a nuestros actuales y futuros trabajadores con estas herramientas brilla por su ausencia. Si nos tomamos esto en serio, deberíamos contar con una política integral, coordinada por los ministerios de Educación, Trabajo, Ciencia y Economía que al menos identifique brechas en las capacidades y habilidades de nuestros trabajadores y estudiantes; incorpore objetivos de aprendizaje concretos en las bases curriculares; proponga un plan de capacitación y reconversión para toda la trayectoria laboral de los trabajadores; y que identifique aquellos perfiles que necesitaremos de cara al futuro.
Junto con esto, debemos levantar la mirada y aprovechar todos los beneficios que la IA podría generar en un país como el nuestro. Si bien hoy día asociamos su desarrollo a un grupo de start-ups en San Francisco o a las gigantes tecnológicas como Google o Microsoft, la IA tiene la capacidad de transformar la vida de millones de personas. Por ejemplo, podríamos mejorar significativamente el acceso y la calidad de los bienes públicos que provee el Estado. En Brasil se está entrenando a un asistente de IA para ayudar a los trabajadores de salud primaria a diagnosticar mejor a los pacientes y con esto, alivianar la carga de los hospitales. En Kenia, se desarrollaron aplicaciones con planes de enseñanza prediseñados para aliviar la carga de profesores de escuelas públicas y chatbots para estudiantes que responden preguntas sobre el curriculum escolar.
¿Por qué acá no vemos al Ministerio de Ciencias impulsando decenas proyectos de IA para mejorar los servicios que entrega nuestro Estado? ¿Quién dijo modernización del Estado?
Mientras nuestro país cumple una década de estancamiento económico y productivo, los avances tecnológicos de la mano de la IA avanzan a paso firme. Así, los mercados laborales se encuentran más desafiados que nunca en una carrera donde los trabajadores requieren de nuevas competencias, conocimientos y capacidad de adaptación. Pero aquí en Chile, desgraciadamente, parecemos no darnos por enterados. Esperemos que una vez que lo hagamos, ya no sea muy tarde.
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Opinión | “Se hace necesario abogar por una transformación inteligente que no solo abarque la adopción de tecnologías avanzadas, sino que también ponga un énfasis especial en la gestión del cambio”.https://t.co/km4ImWHEWd
— Ex-Ante (@exantecl) February 1, 2024
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