Hay impacto en el mundo del arte por el cambio del pabellón chileno en la Bienal de Venecia, un lugar que ha visto la consagración de Iván Navarro, Cecilia Vicuña, Paz Errázuriz y Lotty Rosenfeld, entre otros. Gracias a un intenso proceso de búsqueda y recolección de fondos, logró arrendarse en un viejo edificio en 2009 y desde entonces se convirtió en una “política de Estado” para la cultura, que empezó con Bachelet y siguió con Piñera. La administración Boric tomó una decisión distinta.
Panorama general. Considerada una conquista histórica para las artes visuales chilenas, desde el año 2009 Chile ha contado con pabellón propio en el Arsenale, una antigua base naval del siglo XII donde alguna vez trabajó Galileo y que llegó a ser un enorme centro industrial. Hoy es sede de la Bienal de Arte de Venecia, la más importante del mundo.
- El pabellón chileno se ubicaba en el noble Artiglieri dell’Arsenale y mostró a grandes artistas chilenos como Iván Navarro, Alfredo Jaar y Cecilia Vicuña. Sin embargo, desde 2024 ya no será la icónica sede del arte contemporáneo nacional. En una decisión que ha creado polémica en el mundo cultural, el Ministerio de Cultura cambió el pabellón a las afuera del Arsenale de la Bienal.
El cambio. En las bases originales para concursar, fechadas el 5 de junio, se mencionaba que la propuesta “deberá considerar su realización en un espacio expositivo en una superficie aproximada entre 120 y 180 metros cuadrados en el recinto del Artigliere dell’Arsenale, uno de los sectores principales donde se realiza la Bienal”.
- Pero el 30 de junio el Ministerio informó que el recinto no estaba disponible y que se buscaría un lugar similar. Cuando los curadores y artistas supieron que el nuevo pabellón quedaba bastante más lejos y con un canal de por medio, empezaron a inquietarse.
- Ante las reiteradas preguntas de los preseleccionados, Florencia Lowenthal, encargada del Ministerio, respondió un correo: “aunque es un espacio que pertenece a la Marina Italiana, no es un espacio administrado por la Bienalle. La entrada es por una calle cruzando el canal. Estamos negociando con la Marina la posibilidad de cruzar desde el pabellón italiano en bote para tener dos entradas y un mayor flujo de público. Este servicio no está resuelto definitivamente”.
- Eso fue el 5 de octubre. Las dudas aumentaron cuando se informó que el lugar tenía un segundo piso donde se haría una muestra sobre los 50 años de la exposición chilena de 1974, un cambio importante en el espacio expositivo.
Renuncias. Finalmente, dos de los más reconocidos artistas preseleccionados, Patrick Hamilton y la dupla León & Cociña renunciaron por lo que consideraron eran cambios improvisados y negligentes.
- Según Alessandra Burotto, de la Subsecretaría de las Culturas y las Artes, “la modificación del espacio expositivo responde a que la Fundación Biennale di Venecia comunicó con fecha 28 de junio, que el Isolotto, ubicado en el edificio del Artiglieri dell’Arsenale, entraría a restauración en 2024 por sus daños estructurales y problemas de seguridad para el público. No existe deuda ni retraso en la gestión del pabellón chileno”.
- Sergio Parra, poeta y socio de la librería Metales Pesados, estaba pre seleccionado, junto a Patrick Hamilton, Gabriela Rangel y Juan Pablo Vergara a la Bienal de Venecia 2024, pero renunció por una serie de cambios que le parecen improvisados. Según señaló a Ex-Ante “el pabellón chileno se perdió porque al Ministerio de Cultura se le olvidó pagar el arriendo”.
- Agregó que el nuevo pabellón “está fuera del recinto de la Bienal, a un kilómetro y medio del recinto ferial. De hecho hay que cruzar en lancha el canal. No va a tener la misma visibilidad”.
- La versión que circula entre artistas, gestores y curadores es distinta. De acuerdo a fuentes consultadas, “hubo gestiones que no se hicieron o no se renovaron. Entonces cuando ya ocurrió, era como un hecho que no se podía revertir. Y salieron a buscar este otro pabellón que es más grande, pero que queda al otro lado del canal y no en la zona clásica del Arsenale, donde va toda la gente”.
La decisión. La historia de este pabellón que fue tan importante para el arte chileno comenzó en la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, en 2007, que tenía a cargo la internacionalización de las artes y la cultura, en el primer gobierno de Bachelet. Los artistas que habían participado en la Bienal de Venecia y los curadores que formaban la mesa de expertos que seleccionaban a los artistas llegaron a la conclusión de que no valía la pena seguir yendo a Venecia, si Chile no tenía un pabellón.
- Antes Chile usaba el Instituto Italiano Latinoamericano para sus exhibiciones. Se llegó a la conclusión que se gastaba recursos que no tenían retorno. Chile ni siquiera aparecía en el catálogo de la Bienal. Emilio Lamarca, director de la Dirac, Javiera Parada, encargada de artes visuales y arquitectura, y Claudia Barattini agregada cultural en Italia, lideraron la operación.
- “Decidimos que nuestra misión iba a ser conseguir que Chile tuviera un pabellón”, recuerda Parada. Barattini tenía la misión de conseguir el pabellón, para lo cual se dedicó a recorrer Venecia todo lo que fuera posible. No era nada fácil. No solo había que encontrar un pabellón disponible y que la Bienal estuviera dispuesta a darte una opción por él, sino que la oferta tenía que ganarle a otros países ricos, como Arabia Saudita.
- Mientras tanto en Chile se empezó el plan para conseguir los recursos necesario. Si en la Dirac, el presupuesto para internacionalización de las artes visuales era de 36.000 dólares, se logró aumentar a 500.000 dólares gracias al aporte de Imagen País, ProChile, la misma Dirac puso plata, pero también de privados.
El salto. Las galerías en Francia o Nueva York que representaban a Iván Navarro, uno de los artistas chilenos de mayor proyección internacional, hicieron donaciones al igual que coleccionistas y una marca de vino. Otros que apoyaron el proceso fueron Juan Gabriel Valdés y el teórico de arte Justo Pastor Mellado, quien eran el gran convencido de que un artista como Iván Navarro debía representar a Chile. Habían otros postulantes, pero el comité de expertos, donde estaba Nelly Richard, Francisco Brugnoli, Cecilia Valdés, Guillermo Machuca, optó por Navarro.
- Fue una odisea trasladar las obras, porque en Chile en ese momento no se pagaban seguros. Y también hubo que contratar a empresas especializadas en movilizar arte. Finalmente, consiguieron el objetivo: Iván Navarro fue una revelación en la Bienal.
- “Logramos arrendar el pabellón en Venecia desde 2009 y eso quedó como una política de Estado, que siguió la Dirac un tiempo y luego se trasladó esa operación al Ministerio de Cultura y ha sido dirigida por Artes Visuales. Empezó con Bachelet y lo continuó Piñera”, dice Parada. La administración del Presidente Gabriel Boric tomó una decisión distinta.
- El problema, según consultados en el mundo del arte, no solo es la pérdida del local, donde han expuesto grandes nombres chilenos, como Paz Errázuriz y Lotty Rosenfeld. Algunos creen que los tiempos no cuadran. “¿El jurado le va a comunicar al artista ganador a fines de noviembre? Y la Bienal se inaugura en abril. Para tener éxito en Venecia, tienes que contactar a la prensa extranjera, a coleccionistas, etcétera. Hay un año como mínimo. Los plazos del ministerio no dan”, comentan.
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