Hace algunos días hubo una ceremonia en la Embajada de Estados Unidos en la que se le puso el nombre del ex embajador Harry Barnes a la residencia. El homenaje era en reconocimiento a su actitud valiente y decidida con la que enfrentó a Pinochet y se jugó por que se respetaran los resultados del plebiscito. Tanto era el odio que le tenía el general que le prohibió el ingreso a La Moneda y lo bautizó como “Dirty Harry”.
Hubo una época en que la izquierda marchaba contra el imperialismo norteamericano que intervenía en la política interna de los países, especialmente de Latinoamérica que consideraban su “patio trasero”; propiciando golpes de estado cuando convenía a sus intereses, entre ellos el que derrocó al presidente Allende.
Todo eso cambió con la llegada a la Casa Blanca de Jimmy Carter que hizo de la defensa de la democracia y los derechos humanos el pilar fundamental de la política exterior norteamericana; política que con altos y bajos, se ha mantenido hasta nuestros días.
Pero hoy tenemos otro imperio, una dictadura perfecta; la más perversa, peligrosa, cruel y sofisticada de toda la historia de la humanidad y que a diferencia de la fenecida Unión Soviética es una nación próspera, una potencia militar, que usa las tecnologías más modernas para espiar y controlar constantemente a sus ciudadanos, haciéndolos desaparecer, por días, semanas, meses o años según convenga.
Además, es un país que usa el “bullying” y las represalias en contra de los países y personas que osan criticarlo. Tiene una política exterior agresiva en la que emplea boicot de productos, sanciones comerciales, cancelación de acuerdos diplomáticos, entre otros mecanismos.
Incluso vigila y persigue a los chinos que viven en otros países. Con ese fin existen las denominadas “estaciones de “servicio” chinas en distintas ciudades de EEUU, Canadá y Europa; según la organización de DDHH “Safeguard Defenders” habría 102 centros en 53 países.
En China no hay libertad de expresión, de prensa, de reunión ni de asociación. Se persigue sin compasión a las minorías étnicas como los Uigures, a los cristianos, tibetanos y budistas encerrándolos en campos de concentración reminiscentes de los tiempos del fascismo. Los activistas y defensores de los DDHH son detenidos en lugares secretos con la ayuda de técnicas de reconocimiento facial o enviados a campos de “reeducación”. Hay desapariciones forzadas.
Bajo el reinado de Xi Jinping han desaparecido los pocos brotes democráticos de las últimas décadas. Ahora él podrá ser presidente vitalicio, igual que Mao. Se está incrementando el control del partido en todos los sectores de la sociedad, incluyendo el ámbito empresarial.
La expansión económica fabulosa de china está en crisis. Un sistema basado en subsidios estatales, prestamos sin respaldo avalados por la banca estatal y la corrupción desatada en las altas esferas permitieron la construcción de ciudades fantasmas cuyos gigantescos edificios permanecen deshabitados y están haciendo tambalear la economía. Más del 25 por ciento de los jóvenes egresados de las universidades chinas no tienen trabajo.
Esta es la China a la cual viajara pronto el presidente Boric. Será el primer presidente de Chile que no dirá ni una sola palabra sobre las violaciones sistemáticas a los derechos humanos en ese país. No resistió la presión china. Opto por dejar sus principios y convicciones en Santiago.
Se compraron la tesis del embajador Niu Qingbao quien dijo que la gira presidencial no es el momento para plantear preocupación por las violaciones a los DDHH, pues habría otras instancias, lo que es falso.
Fui parte de la comitiva que acompaño Eduardo Frei a China. Reunida toda la delegación en la casa de huéspedes del gobierno donde alojábamos en Beijing se resolvió por unanimidad que sería impresentable no poner sobre la mesa en la reunión del día siguiente con el presidente chino el tema de las graves violaciones a los derechos humanos.
Y así ocurrió. Frei, en su estilo espartano hizo una respetuosa pero fuerte crítica a la situación de los DDHH en China lo que no impidió que nuestras relaciones comerciales se desarrollaran.
Lo más triste, es que el presidente Boric había anunciado públicamente que durante su visita a Beijing plantearía el tema de las violaciones a los derechos humanos, como lo hace siempre “vengan de donde vengan”. En realidad, no podía ser de otra forma considerando que él se había ganado un cierto liderazgo y prestigio como su defensor implacable, como cuando . rebatió a Lula cuando éste quiso minimizar lo que ocurre en Venezuela y castigó duramente a Daniel Ortega.
Hasta que el embajador chino tomó cartas en el asunto invitando a una reservada cena en su casa a parlamentarios de distintos partidos, donde critico severamente las declaraciones del presidente de Chile y advirtió que no se debía tocar el tema durante la visita.
El golpe en la mesa del embajador tuvo resultados inmediatos: El “vengan de donde vengan” ya no incluye a China, uno de los principales violadores de los DDHH del planeta.
Pero eso no es todo. Luego de “agachar el moño” y aceptar guardar silencio sobre los DDHH Boric va más allá para congraciarse con su anfitrión, incorporando a la delegación a la ministra Camila Vallejo, camarada de partido de Xi Jinping. Una verdadera “ofrenda” a la cercanía con el régimen encarnada en una persona que nunca ha condenado las violaciones a los DDHH cometidas por gobiernos comunistas o de izquierda.
¿Me pregunto cómo habría reaccionado la izquierda si el embajador de Estados Unidos se hubiese permitido el lujo de pautear al presidente de la república antes de una visita de Estado?
Tengo claro China es un socio importante que representa el 32% del intercambio comercial. Pero eso no nos puede llevar a la humillación de aceptar el “DIKTAT” de los chinos sobre lo que el presidente de Chile puede o no puede decir. Que el jefe de Estado plantee al presidente de la RPC nuestra preocupación por las violaciones a los DDHH en su país no tiene porque afectar las relaciones.
Lo hizo el presidente Frei con toda firmeza; y hoy acompaña Boric por sus estrechos vínculos comerciales con China.
Si el presidente Boric persiste en ignorar las violaciones a los DDHH durante su visita dejará en la mesa buena parte de su prestigio personal como defensor de los DDHH, “vengan de donde vengan”; y también lesionará el prestigio de Chile como nación soberana e independiente que no se deja intimidar ni pautear.
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