La caída de la tasa de pobreza por ingresos a un 6,5% de la población (desde un 10,7% en 2020) junto con la disminución de la desigualdad (el coeficiente de Gini llegó a 0,47), son buenas noticias. Estos resultados nos sitúan como el país con la tasa de pobreza más baja de Latinoamérica. Con esto, Chile retoma la senda de reducción de la pobreza, la que en 1990 alcanzaba el 38,6%.
Así, la encuesta CASEN nos revela una verdad incómoda para aquellos que pregonan con la idea de superar la modernización capitalista: el Chile de los últimos 40 años ha sido por lejos el más exitoso en sacar a la gente de la pobreza. Junto con esto, también nos deja varios desafíos.
¿Cuáles son las causas que permitieron que entre 2020 y 2022, 788.500 chilenos salieran de la pobreza? Como algunos ya lo han mencionado, la acción del Estado a través de los subsidios monetarios es la principal razón. En el primer decil de ingresos, donde se concentran los hogares pobres, en cinco años los subsidios monetarios aumentaron un 60% (var. real).
Si en 2017 una familia del decil más pobre recibía en promedio $100.103 del Estado, al 2022 recibía $160.073. El incremento de la Pensión Básica Solidaria en 2019 (no la PGU) y otras transferencias monetarias focalizadas como el Aporte para la Canasta Básica explican en gran parte este aumento. Estos resultados deberían guiar el diseño de la política social.
Esto es, privilegiar las transferencias monetarias focalizadas –con incentivos explícitos a la formalización laboral– en desmedro del panorama actual: una infinidad de programas sociales (700 aprox.), de bajo presupuesto, alto costo administrativo y dudosa efectividad.
Aunque algunos quieran minimizar al máximo el rol del Estado (el programa de gobierno de José Antonio Kast proponía reducir la carga tributaria en un 20%), la CASEN nos muestra la relevancia de su acción en disminuir la pobreza y desigualdad.
Recordemos que la desigualdad de mercado en Chile no es distinta a la de Finlandia y Alemania. La gran diferencia es que mientras la acción del Estado en estos estos países (impuestos más transferencias) logra reducir en 20 puntos el coeficiente de Gini, en Chile logramos reducirlo en apenas 4 puntos.
También deberían tomar nota aquellos que rechazan de plano la focalización del gasto. Chile lleva más de una década con un déficit estructural de 1 punto del PIB y los recursos públicos no caen de los árboles, sino que es plata de todos los chilenos.
Lo justo es ir en ayuda de quienes más lo necesitan. Por lo tanto, el eje de la discusión no debería estar en si necesitamos más o menos Estado, sino en cómo logramos tener un mejor Estado. En política social, la CASEN nos señala que las transferencias monetarias focalizadas y fiscalmente sostenibles son el camino.
La parte negativa de esta historia es la dramática baja de los ingresos autónomos de los hogares. En el primer decil, entre 2017 y 2022 estos cayeron un 43,2% (var. real), lo que representa un retroceso de más de una década. No se puede disminuir la pobreza y desigualdad en el largo plazo a punta de subsidios, sin aumentar la capacidad de generación de ingresos de los hogares.
Lamentablemente, nuestro sistema educativo no logra formar a profesionales competentes, tenemos un mercado laboral con una rigidez del siglo XIX y políticas modernas de capacitación, formación y reconversión laboral brillan por su ausencia. Aquí, si bien la responsabilidad trasciende a este Gobierno, las actuales agendas en educación, trabajo y desarrollo productivo responden más a levantar ciertas banderas ideológicas más que a resolver, de manera pragmática y decidida, aquellos cuellos de botella que tienen empantanada la productividad de nuestros trabajadores.
Hace unos días el Presidente Boric afirmaba que parte de él quería “superar el capitalismo”. Sería bueno reflexionar sobre esta frase a la luz de estos resultados. Contrario a lo que plantea el mandatario, la última Casen nos muestra que la sostenida disminución de la pobreza de los últimos 40 años no puede explicarse sin el crecimiento económico que el mismo capitalismo ha generado. Esto, combinado con una acción decidida y focalizada del Estado en los sectores más pobres, parece ser la llave para entregar más libertad y oportunidades. El resto, son frases vacías.
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