En medio de la discusión sobre el Consejo Constitucional (CC) y su composición, hemos pasado por alto el papel determinante que Chile Vamos desempeñará en este juego político. Aunque obtuvieron resultados decepcionantes en las elecciones recientes, la realidad es que su influencia será clave para el futuro del sistema político chileno.
El Partido Republicano puede ser el centro de atención, ya que logró casi la mitad de los escaños en el CC. Pero, ¿qué hay de Chile Vamos? ¿Será solo una pieza decorativa en este rompecabezas político? La respuesta es un rotundo no.
Los republicanos necesitarán el apoyo de Chile Vamos para impulsar sus propuestas en el Consejo Constitucional debido al alto quórum. Pero esto no es solo una cuestión matemática, sino también una cuestión simbólica. Se trata de construir un nuevo pacto social en el que todas las voces estén representadas. Y aquí es donde Chile Vamos tiene un papel gravitante, y deberían asumir su rol con valentía y audacia.
Deben convertirse en el puente entre la izquierda y la derecha, desafiando las estructuras tradicionales y buscando consensos reales que beneficien a la mayoría. La moderación no es suficiente; es hora de que Chile Vamos se posicione como una fuerza transformadora y disruptiva.
Por otro lado, el destino del Gobierno está estrechamente ligado al desempeño de Chile Vamos en el Congreso. Sin los votos necesarios para impulsar su agenda legislativa, el Ejecutivo se encuentra en una posición precaria. En este contexto, los congresistas de Chile Vamos se convierten en actores cruciales, con el poder de decidir el rumbo del país.
Es hora de que Chile Vamos abandone su imagen debilitada y se levante como una fuerza política audaz y decidida. La coyuntura política requiere que asuman riesgos, que desafíen las normas establecidas y que defiendan con convicción las reformas tributarias y previsionales necesarias. La disminución de los sectores moderados históricos en nuestro país ha colocado a Chile Vamos en una posición inesperada. Ahora tienen la oportunidad de redefinir su identidad y demostrar su verdadero potencial como agentes de cambio.
En conclusión, Chile Vamos tiene la posibilidad -si así lo estiman- de enfrentar el escenario político actual con coraje y transgresión. Su papel en el Consejo Constitucional y en el Congreso no puede ser subestimado. Es momento de desafiarse a sí mismos como un sector más conservador, de marcar la diferencia y de liderar el camino hacia un Chile más justo y equitativo. La ciudadanía espera acciones audaces, y Chile Vamos tiene la oportunidad de demostrar que están a la altura de las circunstancias.
Para seguir leyendo columnas, clic aquí.
Ver esta publicación en Instagram
La primera intervención del gobierno no solo fue ciega a lo sucedido en la Cámara sino que estuvo caracterizada por una serie de errores técnicos que una reforma como esta no se puede permitir. Si en la Cámara se tramitó completamente sin ningún dato que sustentara la propuesta, en el Senado no se puede permitir […]
El Presidente ha enmudecido. Ni siquiera el formal pésame dirigido a su esposa e hijo de 6 años se ha escuchado. Si no se llega a la verdad, los autores del crimen se sentirán seguros y envalentonados para seguir operando en Chile, quizás ya no contra disidentes venezolanos sino contra periodistas, jueces, fiscales y políticos […]
Fue el diputado Gonzalo Winter quien planteó que el Gobierno de Gabriel Boric carece de una vocación de transformación cultural, sometiéndose a la lógica de los acuerdos. Poniendo nada más ni nada menos que a Javier Milei como referente de un modo de acción política que maximiza idearios. ¿Sorprenden las declaraciones de Winter? No. ¿Sorprende […]
Winter acierta en el diagnóstico, pero no en las causas ni en la responsabilidad que la retórica, de la que tanto abusan, juega en esta situación. Son ellos mismos, más que los medios de comunicación o los gremios, como sugiere el diputado, los responsables de su propio fracaso.
Se ha creado el vergonzoso precedente de que, en territorio chileno, todo es posible. Ello levanta una inmensa interrogante sobre la real capacidad del Estado para defender la soberanía nacional, garantizar la seguridad pública e imponer el respeto a la ley. Son demasiados los signos de vulnerabilidad de Chile.