A dos semanas de otra derrota, Boric fomenta la desconfianza. Por Sergio Muñoz Riveros

Ex-Ante
El Presidente Boric en Antofagasta junto a sus ministros explicando la Estrategia Nacional del Litio. Imagen: Agencia UNO.

Después de un año en La Moneda y pese a los tropiezos acumulados, Boric parece creer que puede seguir combinando los discursos que sugieren empatía, como el pronunciado en ENADE, con las maniobras para mantener la ruta original. O sea, decir A y hacer B, dar a entender que va a virar, pero avanzar en línea recta, porque lo importante sería “cumplir el programa”.


Boric piensa como piensa, y es mejor no contarse cuentos. Pueden variar sus tácticas para salir del paso aquí o ganar algún aplauso allá, pero sus creencias se mantienen incólumes. El problema es que no parece darse cuenta de las dificultades que enfrenta, y de las consecuencias de ceder, una y otra vez, a la pulsión de demostrarles a las izquierdas intensas que su fortaleza ideológica está fuera de duda.

Después de un año en La Moneda y pese a los tropiezos acumulados, parece creer que puede seguir combinando los discursos que sugieren empatía, como el pronunciado en ENADE, con las maniobras para mantener la ruta original. O sea, decir A y hacer B, dar a entender que va a virar, pero avanzar en línea recta, porque lo importante sería “cumplir el programa”, como exigen el PC y el Frente Amplio. En el terreno económico, está claro que el principio definitorio es “el Estado emprendedor”.

En la mañana del jueves 20, los empresarios reunidos en ENADE aplaudieron las palabras de Boric respecto de la explotación del litio, que parecían anticipar una modalidad de cooperación público-privada, pero en la noche, al escuchar su discurso por cadena nacional, se dieron cuenta de que la doctrina del control estatal no ha variado.

El viernes 21, la SOFOFA se vio obligada a reconocer su error de percepción: “Con preocupación y sorpresa, recibimos el anuncio realizado anoche en relación a la política nacional del litio. En momentos que necesitamos reconstruir las confianzas entre todos los actores de la sociedad y, especialmente entre el Estado y el sector privado, y así fortalecer la cooperación público-privada para resolver los desafíos que tiene nuestro país, el gobierno propone relegar inexplicablemente a un segundo plano al sector privado en el desarrollo de la industria del litio…”.

Lo que sorprende, podría decirse, es la propia sorpresa de los empresarios. Tienden a aplaudir más de la cuenta al gobernante, e incluso prueban las técnicas del halago. Hasta que constatan bruscamente que las apariencias engañan.

El anuncio de Boric hizo caer las acciones de SQM y de la empresa estadounidense Abermarle, y extendió dentro y fuera de Chile la percepción de que el gobierno se propone nacionalizar el litio. Lo curioso es que la superstición estatista no pasa la prueba de la práctica: como recordó Bernardo Larraín, las empresas privadas que hoy explotan el litio en el Salar de Atacama le aportaron al Estado cinco mil millones de dólares el año pasado, casi el doble de lo aportado por Codelco.

Además, la obsesión por las soluciones estatales ni siquiera examina la situación real del negocio del litio y la necesidad de competir ahora mismo en los mercados mundiales. ¿Enami, con todos los problemas que arrastra, pasaría a tener protagonismo en este rubro? ¿Codelco también, pese a sus enormes dificultades? Y todo eso, ¿para qué? ¿Para contentar a quiénes?

Boric viajó a Antofagasta a explicar su política del litio acompañado de 5 ministros, entre ellos el de Hacienda, Mario Marcel, y el de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren. ¿Qué pensarán realmente estos ministros de la línea presidencial en un asunto tan determinante para la visión que pueda prevalecer entre los inversionistas? Marcel, en particular, ¿se identifica con las fórmulas estatistas. o solo se resigna a ellas para tratar de sostener el rumbo principal? Y ese rumbo, ¿vale la pena sostenerlo?

En este cuadro, se engañaría el gobierno si creyera que el resultado de la elección del 7 de mayo le pasará por el lado, sin afectarlo. Ello no es posible, puesto que está directamente comprometido. El segundo experimento constituyente no habría tenido lugar sin el empeño que puso Boric por tratar de ganar, por lo menos, la batalla simbólica de la supuesta continuidad del proceso, para compensar el hecho de haber perdido la batalla por los votos, el 4 de septiembre pasado.

El oficialismo buscó tapar el Rechazo. El problema es que, obviamente, no se puede tapar una derrota con otra derrota, entre otras cosas porque se desmoronan la autoridad y la credibilidad del líder de las fuerzas derrotadas, y eso puede ser irreversible. Si las dos listas oficialistas de candidatos a consejeros suman menos votos y cargos que las tres listas opositoras, todas las miradas se dirigirán a La Moneda.

Más allá de las complejidades del proceso constituyente, la mayoría de los electores entiende que la nueva votación está conectada con el alineamiento del plebiscito pasado. En términos generales, la confrontación volverá a plantearse entre las fuerzas del Rechazo y las fuerzas del Apruebo, lo que incluso se confirma con el intento de algunos representantes del oficialismo en la Comisión Experta por proponer enmiendas emparentadas con las posturas defendidas en la Convención. Están actuando incluso con la calculadora en la mano para ver qué les conviene bloquear ahora para derivar las definiciones al Consejo elegido.

En la campaña electoral, predominan los llamados a pronunciarse sobre las urgencias que afligen al país, en primer lugar, la inseguridad, la delincuencia y la inmigración ilegal, y por lo tanto, sobre la responsabilidad del gobierno. No hay, pues, cómo evitar que la votación se convierta en un juicio político al desempeño de Boric. Así las cosas, lo que menos le conviene a él es provocar recelos como los desatados por su aspiración de ser el abanderado de la nacionalización del litio. Necesitado de épica, parece soñar con convertirse en un nuevo Allende. Debería descartarlo absolutamente.

La elección representará un nuevo golpe de realidad a quienes están gobernando, Es altamente probable que haya un voto-protesta de amplios sectores.

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