En EE. UU., tanto el dato de precios al productor, así como las ventas del retail, demolieron las últimas esperanzas que tenía el mercado sobre una mejor efectividad y eficiencia del alza en la tasa de política monetaria (TPM). Aún no se observa de forma clara un real enfriamiento de la economía y, en consecuencia, una desaceleración en la escalada de precios de la nación más poderosa del mundo. Los mejores bancos de inversión no deben estar felices por la falla en las proyecciones.
En el ámbito local, la situación es similar: estamos igualmente frustrados. Nuestras expectativas fueron demasiado positivas respecto al sometimiento de la inflación local. El incremento en los precios no da tregua y la repercusión del fenómeno la pagan día a día los grupos más vulnerables de la población, toda vez que, con este nivel de precios, su dieta carece hoy de proteínas y frutas. “Lo primero que quitas es el postre” dice una sabia amiga de linaje agrícola. Y como se observa en algunos reportajes, no son pocas las familias que han debido entregar sus viviendas en arriendo e ir de allegados donde algún cercano. El rostro de la inflación es realmente trágico.
Por esto mejorar la asertividad de las proyecciones es hoy en día la fijación y decisión de gran parte de los que estamos en el medio. Estimaciones certeras permiten en primer lugar, que las autoridades realicen políticas públicas a la justa medida del problema. En segundo lugar, proveen al sistema financiero de un suelo rígido y seguro que facilita la adecuada formación de precios de los activos financieros. Y, en tercer lugar, posibilita al sector productivo tener una visión más clara de los bienes y servicios que serán demandados por la economía en los próximos periodos.
Por lo anterior y durante el verano, tuvimos que retirar las apuestas y ponernos de cabeza a recalibrar los modelos, estudiar con mayor detenimiento otras variables influyentes como, por ejemplo, el índice de precios al productor (el conocimiento de los exportadores y agricultores de regiones es extraordinario) e incorporar nuevos escenarios tanto nacionales como internacionales.
Finalmente, nuestras nuevas proyecciones apuntan a una fuerte baja de la inflación a partir del segundo trimestre de este año –a fines del año pasado apuntábamos al primer trimestre de 2023–, donde comenzaríamos a ver una inflación menor a 2 dígitos en la comparación anual.
Dado el nuevo escenario base, consideramos que recién para el Informe de Política Monetaria de junio, el BCCh podría haber alimentado sus modelos con datos que den mayores certezas sobre la eficacia de la política restrictiva llevada a cabo hasta el momento. Esto quiere decir, que esperamos mensajes con sesgos hacia una baja de la TPM desde junio, pero recortes efectivos no antes de finales de julio.
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